La otra cara del 'glamour'
Madrid vivió hace unos días la noche más elegante del año en España. Loewe celebró su 160º aniversario con invitados de lujo. Descubra todo lo que nunca se ve en estos actos. Los meses de trabajo que hay detrás de una sofisticada fachada de diversión. Y de frivolidad
Es reconfortante comprobar que las diosas también sudan. Jerry Hall sale del ascensor, flanqueada por su hija Lizzie Jagger, haciendo grandes aspavientos y ventilándose con las solapas de su holgado abrigo de cóctel. En la sofocante sala, atestada por más de 300 cuerpos caldeados con champaña Ruinart Brut servido en Magnum, se encuentra con Yasmin Le Bon. Se besan sonrientes y resoplan por el calor. Un encuentro de británicas que saben lo que es ser la pareja de un rockero (han estado casadas con Mick Jagger y Simon Le Bon, respectivamente) coronadas por onduladas melenas de más de 30 centímetros. Un encuentro que, sorprendentemente, sucede en el cuarto piso del Círculo de Bellas Artes, allí donde la Gran Vía se cruza con Alcalá. En pleno Madrid, vamos.
Loewe celebra su 160º aniversario en esta noche de junio y, de paso, le regala a la ciudad una de las fiestas más elegantes de los últimos tiempos. Desde luego, la que ostenta la alineación más rutilante del año. Catherine Deneuve, Linda Evangelista, la actriz Saffron Burrows y la plana mayor de la sociedad, la cultura, la farándula y hasta la aristocracia nacional no ha querido perderse un evento que no es sólo fiesta. Dos pisos más abajo, la segunda planta del Círculo alberga una curiosa exposición en la que 20 artistas internacionales reflexionan sobre el bolso como icono contemporáneo. Un análisis con posibilidades tan llamativas como la de Alicia Framis: un desfile de bolsos portados por jóvenes hombres desnudos que escandaliza a algunos de los más tradicionales invitados y provoca codazos para alcanzar el mejor ángulo de visión en otros.
El parloteo de la sala va en aumento, corre el champaña y los elaborados canapés. Las puertas de la habitación contigua se abren para franquear el paso a la cena. Escenario casi literario de disipación social. Pero también el resultado de una importante operación logística, económica y organizativa. Tras su intrascendente y frívola cara, una fiesta como ésta esconde el trabajo de mucha gente. Durante muchos meses. Los seis hermanos Carral lo saben bien, ya que desde hace 17 años se ocupan del diseño y la organización de los mejores eventos de Madrid para una ingente cartera de clientes, desde el grupo LVMH hasta Peugeot, pasando por Nike o la revista GQ. Son los mejores, y por eso todo el mundo cuenta con ellos. "A veces cuesta entender que un trabajo de seis meses se enfoque en solamente dos horas. Es como construir una casa para tirarla abajo muy poco después. El tiempo medio para montar una fiesta es de entre dos y tres meses, y si el cliente viene de Estados Unidos o Japón puede llegar al año", explican.
En este caso, nada menos que 210 días atrás se iniciaron las negociaciones con el Ayuntamiento de Madrid y con el Círculo de Bellas Artes para el alquiler de dos de sus plantas, y se puso en marcha la operación de comisariado de los artistas. Y desde hace 45, siete personas dedican todas sus horas laborables a la coordinación de los equipos y las gestiones. De la escenografía a los invitados, de las luces al menú. Sólo la organización de las mesas, el temido sitting, llevó dos semanas. "Fue un horror, la noche anterior estuvimos tres personas hasta las cuatro de la madrugada con él. Primero, cerrar las mesas VIP a las que dimos nombre: la de Delphine Arnault, la de Enrique Loewe, la de Jaime de Marichalar, la de Linda Evangelista, la de Catherine Deneuve , y luego las demás. Cada mesa tenía 10 sillas, y encontrar 10 personas compatibles para cada una fue un ejercicio imposible ", recuerda Josu Aboitiz, director de relaciones públicas internacionales de Loewe.
Pero las carambolas y los juegos malabares no se limitan a orquestar la coreografía de esas horas críticas. Semanas antes se ha desplegado una negociación casi diplomática para llenar la cena de las caras que le darán brillo. "Una fiesta así es más difícil de organizar que una gran boda", afirma Joana Bonet, directora de la edición española de la revista Marie Claire. Se lo dice la experiencia de los galardones Prix de la Mode, que en sólo tres ediciones han traído a Madrid personajes tan difíciles de ver de cerca como los diseñadores Alexander McQueen, Stefano Pilati o Alber Elbaz; cantantes como Anastacia, o modelos como Linda Evangelista, Laetitia Casta o Daria Werbowy. "El principal problema son las estrellas. El resto son elementos a tener en cuenta, pero de dificultad y evolución previsible, que puedes compensar con tiempo y atención. Las estrellas son el factor sorpresa que te redondea. Para bien o para mal. El año pasado, Anastacia se puso a cantar sin previo aviso y fue increíble. Hace dos, Linda Evangelista llamó el día antes para decir que no podía viajar. La misma mañana del evento, su agente me despertó con dos noticias: una buena y otra mala. La buena era que podía finalmente volar. La mala, que sus problemas de salud le obligaban a hacerlo en un avión privado que debíamos alquilar. Siempre hay sustos, pero hay que tener capacidad de reacción", termina.
¿Cómo se consigue que acudan a la fiesta? Desde luego, no reciben la invitación en su buzón y deciden, por iniciativa propia, tomar un avión para no perdérsela. "Tienen agentes a los que se les cuenta el proyecto. Ellos valoran qué efecto puede tener en su imagen y si es interesante para su cliente. En esa decisión ponderan si la promoción será internacional, si les beneficiará relacionarse con la marca En la fiesta del 160º aniversario había más de 50 periodistas internacionales, y además España es un mercado cada vez más importante para el exterior. Hay interés por estar presente aquí y por hacerlo en las mejores condiciones. Ahí cuenta mucho la credibilidad de Loewe y el proyecto de arte contemporáneo. Le da consistencia al evento y sirve para seducir", cuenta Anabel Zamora, directora de marketing de Loewe. Aquí se habla siempre de seducir, no de convencer y mucho menos de pagar. "Hay que saber agasajar a las celebridades", continúa Zamora. "Algunas, como Yasmin Le Bon, tienen un contrato de colaboración con la marca, pero al resto no se les ha pagado un caché por asistir a este evento. Eso sí, viajan en las mejores condiciones y les regalamos todo lo que quieren. Así es como funcionan las relaciones entre las marcas y los famosos hoy. Hay que saber regalar: regalar bien y regalar mucho".
La seducción pasa por 90 invitados embarcados en primera clase desde Japón, Hong Kong, China, Taiwan, Corea, Singapur, Reino Unido, Francia, Grecia o Rusia y alojados en los mejores hoteles de la ciudad: el Urban, el Ritz, el Santo Mauro y el Palace. Linda Evangelista, eso sí, quiso dormir en el Puerta de América. Muy interesada por el diseño contemporáneo, no quiso perderse la oportunidad de pasar cada noche en una suite concebida por alguno de los más reputados diseñadores del mundo: de Jean Nouvel a Zaha Hadid. Ella, como todas las estrellas de primer orden (A-list las llaman los anglosajones) disfrutó de cenas en los mejores restaurantes a cargo de Loewe y de una visita a la boutique con carta blanca. Pongamos en contexto lo que eso significa. El precio medio de un bolso Amazona ronda los 700 euros, pero la joya de la colección 160 alcanza los 65.000. Y si hablamos de la ropa, tengamos en cuenta que un abrigo de pieles exóticas puede trepar hasta los 20.000. Recibir regalos de la casa no es, por tanto, una cuestión menor.
Nadie habla de jugosos cheques, pero, tal como cuentan fuentes de la industria que prefieren no ser citadas, se puede acordar un precio por los gastos de viaje, alojamiento y demás que sea muy superior al real, con lo que se está encubriendo un pago por la asistencia. Acuerdos todo incluido que, en el caso de personajes de la categoría de Linda Evangelista, pueden alcanzar los 50.000 euros. Desembolsos a los que hay que añadir la cena de lujo para unas 350 personas servida por Isabel Maestre: foie gras artesano en trufa negra sobre gelatina de oporto; rape del Atlántico andaluz asado con brotes de calabacín y berenjena, patatitas crujientes y salsa de ciruelas pasas en vino tinto, y de postre, tartita de queso manchego, piña y tomillo. Los vinos: Milmanda 200, y Chivite Colección 125, Reserva 2001 y Vendimia Tardía 2005. Si su calculadora ya saca humo, espere. A la factura le faltan todavía los dos interiorismos distintos, firmados por Jorge Varela y Luis Gayusi, y el coste de una exposición comisariada por Amelie Aranguren que luego viajará a los otros dos principales mercados de la marca: Hong Kong y Japón.
En Loewe no dan cifras, pero está claro que estamos hablando de mucho dinero. "Más que el presupuesto de la fiesta, lo que hay es un presupuesto de proyecto", explica Zamora. "Pero la inversión en la exposición de arte no es para un acto aislado. El esfuerzo se compensa luego con la visita a Hong Kong y Tokio. Los costes han sido altos, pero van a ser totalmente rentabilizados. La rentabilidad de un evento así se cuantifica con el espacio en prensa conseguido, que ha sido mucho en España, en Francia, en el Reino Unido y en Asia. Podemos decir que, con las páginas editoriales que nos han dedicado en todo el mundo, llevamos ya un millón de euros conseguidos. Y luego está lo que no se puede cuantificar, lo que la gente recuerda (estuviera allí o leyera sobre ello). Eso crea un poso sobre lo que es Loewe y lo que significa comprar y poseer algo de la marca", afirma Zamora.
A las seis de la tarde, Jerry Hall recibe a Javier Vergara, el peluquero y maquillador que Loewe ha puesto a su disposición, en la habitación 203 del hotel Santo Mauro. Mientras tanto, un auténtico ejército de decoradores, camareros, eléctricos y técnicos de sonido ultiman los preparativos en el Círculo. Organizados por una rígida escaleta que marca cuánto tiempo debe emplear cada equipo en una determinada tarea para no interferir con el resto. En un evento de tamaño medio no hay menos de 50 personas trabajando, en uno como éste pueden llegar a las 200. No es raro que en ciertas fiestas haya más gente de servicio que invitados.
Estamos ante los trabajadores de una auténtica y creciente industria del entretenimiento social. "En cinco años se ha vivido en España un boom de empresas dedicadas a la realización de eventos", confirman los hermanos Carral. "Pero esto parece más fácil de lo que es. Hay quien cree que con elegir las luces y el local y llamar a un catering, ya está todo montado. Lo difícil es profesionalizar el sector. Hay que tener en cuenta que son muchos elementos a cuidar: cómo se entra, qué dice el portero al llegar, dónde está el guardarropa, cómo se gestiona el tráfico de invitados Un ejercicio de regiduría que parece sencillo, pero es muy complejo".
La elaboración a gran escala del gran arte de recibir. La magia que los personajes de Scott Fitzgerald regalaban a sus invitados, profesionalizada y puesta al servicio de los intereses comerciales. Aunque regida por los mismos sutiles mimbres, según los Carral. "La gente es receptora hasta un determinado momento. Todo lo que le des en ese tiempo en que está absorbiendo como una esponja con buena disposición juega a tu favor. El resto, no se aprecia. Y en una fiesta, los invitados son como pequeños altavoces. Si se van contentos será bueno para la marca y para ti", reflexionan. "Hay que saber seducir", repite Zamora. "Y casi todos los relatos de la fiesta han señalado que fue 'la fiesta de las fiestas'. Una mezcla de frivolidad y seriedad, de aristocracia y farándula. Todo, en perfecta armonía".
José Enrique Oña Selfa, diseñador de Loewe, saluda efusivamente a Bebe. Los unió un reportaje, y desde entonces se adoran. Detrás de la improbable pareja, Miguel Bosé charla con Delphine Arnault, la heredera del amo del lujo mundial, miembro del Consejo de Administración de LVMH y, a los 31 años, una de las mujeres más ricas de Francia. Enrique Loewe, tímido y nervioso, recibe felicitaciones en su calidad de presidente de la Fundación Loewe y como el último representante de la familia fundadora que está involucrado en la empresa.
El dinero, los preparativos, las horas de trabajo: los cimientos, la arquitectura para que la fachada luzca fluida, leve y natural. "El nivel de estrés en un evento en el que tú lo llevas todo es altísimo", confiesan los hermanos Carral. "Pero hay un momento precioso: cuando las cosas están en marcha y todo funciona. Es como cuando el director de cine ve su película acabada. Todo lo que tú has pensado, diseñado, organizado y preparado cobra vida. Este trabajo trata de crear sensaciones: los colores, la luz, la música y hasta el olor están cuidadosamente estudiados para lograr un efecto. Tienes la responsabilidad de crear magia". Una superproducción con un único objetivo: provocar reacciones como la de Enrique Loewe: "Impresiona encontrarte con Linda Evangelista o ver a Catherine Deneuve de cerca y saber que existen. Comprobar que a veces los dioses se juntan con los hombres, y es así como se forman los mitos".
Jerry Hall, una escultural diosa a los 50 años, escucha a Estrella Morente cantar Volver tras degustar petits fours tales como bombón de avellana y regaliz o nube de yogur y pimienta. La cantaora cierra la cena y la noche. Algunos invitados parten hacia el Ritz para continuar la fiesta en privado. Otros se encaminan a un destino tan improbable como un bar de música negra de Chueca donde se celebra otro cumpleaños mucho más íntimo que también cuenta con invitados célebres, como Almodóvar. El sueño acaba, pero no el trabajo. Hay que desmontar. Una coreografía tan minuciosamente orquestada como la del montaje. Pero ésa sí es una historia que nadie cuenta.
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