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El portavoz de los obispos culpa al Gobierno de deshacer "jurídicamente el matrimonio"

El responsable del ex Santo Oficio invita a desobedecer las leyes "contrarias a la moral"

No hay conclusiones, pero sí grandes proclamaciones. El Congreso Teológico terminó ayer sin aprobar documento alguno. No lo habrá hasta que Benedicto XVI dé el plácet. Su sustituto al frente del ex Santo Oficio de la Inquisición, el cardenal Willian Joseph Levada, norteamericano, fue ayer tajante. El católico tiene "obligación en conciencia" de no seguir las leyes que Roma considere inmorales. Se refería a España, un país donde, según el portavoz de los obispos, se ha deshecho "jurídicamente el matrimonio" y quienes dicen que éste lo es entre hombre y mujer "están al margen de la ley".

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"El ciudadano tiene obligación en conciencia de no seguir las prescripciones de las autoridades civiles cuando son contrarias a las exigencias del orden moral o a las enseñanzas del Evangelio", dijo el prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Al frente del antiguo Santo Oficio de la Inquisición desde hace un año, Levada apeló al Catecismo de la Iglesia Católica para reiterar las execraciones contra las leyes que reconocen "los matrimonios homosexuales o los polígamos". También respaldó la propuesta reiterada estos meses por el vicepresidente de la Conferencia Episcopal, el cardenal Antonio Cañizares. "Las leyes humanas y las decisiones judiciales que no respeten la enseñanza fundamental inmutable son contrarias a la ley de Dios, por lo que "deben ser consideradas injustas", dijo.

La ofensiva de los obispos españoles contra la legalización del matrimonio entre personas del mismo sexo ha centrado buena parte los discursos y las declaraciones privadas en este V Encuentro Mundial de las Familias. La tesis es que esa legalización pone en riesgo a la familia. En realidad, la Iglesia católica nunca aceptó otra autoridad que la suya en la organización de la convivencia entre parejas. En el caso de España, hay un precedente clamoroso. Cuando en 1870 las Cortes legalizaron el matrimonio civil, la Iglesia romana combatió al Gobierno de entonces con gran saña. "La ley de la mancebía", argumentaron los 41 prelados españoles, reunidos en Roma por el papa Pío IX para el Concilio Vaticano I. "El matrimonio civil no será jamás otra cosa que un inmoral concubinato o un escandaloso incesto", dijeron en una pastoral.

También el cardenal Levada opina que es "el mismo Dios el autor del matrimonio". La desobediencia a las leyes civiles "cuando sus exigencias son contrarias a las de la recta convivencia" la justifica en "la distinción entre el servicio de Dios y el servicio de la comunidad política". "Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres". Uno de los "grandes desafíos" a las que se enfrenta la Iglesia católica, en su opinión, es el "intento en sociedades secularizadas de cambiar las leyes que durante siglos han reconocido el plan de Dios para el matrimonio y la familia como se presenta en la Creación".

El portavoz de la Conferencia Episcopal, Juan Antonio Martínez Camino, fue aún más radical. "El Código Civil español ha tachado la palabra hombre y mujer, padre o madre. Ser esposa o esposo está fuera de la ley hoy en España. Todos los padres y madres no tienen derecho a ser llamados esposa y esposa", dijo ante el Congreso de los Hijos que se ha celebrado en los últimos días dentro del V Encuentro Mundial de las Familias.

Según el portavoz episcopal, el Gobierno de Rodríguez Zapatero "ha legislado para un grupo minoritario que ha conseguido que el matrimonio no sea considerado legal para el resto de los ciudadanos". "El matrimonio se ha deshecho jurídicamente. Este tipo de leyes sectarias no favorecen la libertad verdadera ni la religiosa", sentenció.

Legionarios de Cristo

El congreso teológico vivió ayer un momento emotivo cuando intervino el cardenal de Cracovia, Stanislaw Dzwisz, secretario del anterior Papa y hoy su sucesor en la sede polaca. Fue recibido con una ovación e interrumpido su discurso con aplausos varias veces.

También tuvo una cierta emotividad la presencia en el congreso teológico del nuevo máximo responsable de los Legionarios de Cristo y del Movimiento Regnum Christi, el sacerdote Álvaro Corcuera. El fundador de los legionarios, el mexicano Marcial Maciel, ha sido retirado apresuradamente por Roma por acusaciones de pederastia, pero su organización sigue siendo, con el Camino Catecumenal del español Kiko Argüello (los kikos), uno de los movimientos con más seguidores y, por tanto, muy mimado por muchos prelados. La presencia de Corcuera en este congreso, como ponente y arropado por cardenales, manda el mensaje de que el golpe a Maciel -un protegido del anterior papa Juan Pablo II-, por muy duro que sea, no tiene por qué afectar al conjunto de la organización.

Cardenales y fundadores

El término cardenal viene del latín cardo, bisagra. A su alrededor gira todo el edificio de la Iglesia romana junto al Papa, elegido por ellos. Antes eran pocos -nunca más de 30-, y vivían en Roma como patriarcas. Hoy abundan -unos 150-, residen la mayoría en sus archidiócesis porque son arzobispos atareados, y apenas suscitan curiosidad. Lo han comprobado estos días, quizás con sorpresa, en la Feria de las Familias. Hasta el cardenal Levada, el sucesor de Ratzinger en la vieja Inquisición, pasó desapercibido.

En cambio, los fundadores de movimientos -kikos, Legionarios, Opus- se mueven entre multitudes y llenan ciudades para el papa. Sin ellos no habría masa. Son los más ensalzados, como sus predecesores. Hace casi 200 años que no hay papas en los altares (salvo san Pío X, en 1954), mientras que casi todos los fundadores acaban proclamados santos, algunos con celeridad, como san Josemaría Escrivá (Opus) y Teresa de Calcuta (Misioneras de la Caridad)

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