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Ayudar a las víctimas indefensas de Darfur

Las perspectivas de paz en Darfur se desvanecen porque el Gobierno de Sudán está saboteando los esfuerzos internacionales para ayudar y proteger a las víctimas del conflicto. El presidente Omar Hassan al Bashir no sólo se ha negado a permitir que Naciones Unidas despliegue una fuerza de paz, sino que además su gobierno ha rechazado una solicitud de varios premios Nobel para visitar Sudán. A Sudán le interesa permitir la entrada de los observadores internacionales en Darfur. Si no, será justamente culpado de que se sigan cometiendo atrocidades, y de encubrirlas.

La Fundación Elie Wiesel para la Humanidad reunía hace poco en Jordania un grupo de premios Nobel para crear una comisión sobre Darfur. La comisión se centrará en la protección de civiles, el acceso de los organismos humanitarios, y se asegurará de que los perpetradores del genocidio respondan por sus crímenes. Elie Wiesel, laureado con el premio Nobel de la Paz en 1986, ha llamado a Darfur "el centro del sufrimiento humano en la actualidad". Desde 2003, el conflicto de Darfur ha causado la muerte de más de 200.000 personas, miles de violaciones y el desplazamiento de 2,5 millones de habitantes. Cuando se firmó en Abuya, el 5 de mayo, el Acuerdo de Paz de Darfur, se anunció como un gran avance. A pesar de las elevadas esperanzas, empezó a desmoronarse casi de inmediato.

Es un acuerdo con fallos. No sólo carece de garantías de aplicación, sino que se basa en la buena voluntad del Gobierno sudanés para proteger y ayudar a las víctimas desplazadas en el interior por el conflicto, cuando el propio Gobierno es una de las principales causas del problema. A pesar del acuerdo, sigue habiendo violencia por doquier. Los yanyauid, milicias respaldadas por el Gobierno, responsables de la limpieza étnica de las tribus no árabes, se han negado a entregar las armas. El plazo límite del 16 de mayo establecido para el alto el fuego vino y se fue. Igual que el calendario para crear el Fondo para la Reconstrucción y el Desarrollo de Darfur y para establecer el Diálogo y la Consulta Darfur-Darfur sobre Reconciliación.

Nuestra primera prioridad tiene que ser parar la espiral de violencia mortal que se vive en Darfur. A pesar de sus valientes esfuerzos, la fuerza de 7.000 soldados de la Unión Africana (UA) carece de la infraestructura y el equipamiento necesarios para proteger con eficacia a los civiles o para crear las condiciones que permitan a los desplazados volver a sus casas.

Sesenta y dos premios Nobel escribieron recientemente al presidente George W. Bush y a otros líderes mundiales respaldando una Operación de Paz de Naciones Unidas que contara con un mandato firme y con las herramientas necesarias, en sustitución de las fuerzas de la UA. El llamamiento pide al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas que despliegue rápidamente una operación de paz, en cumplimiento del Capítulo VII de la Carta de Naciones Unidas, que autoriza el uso de la fuerza. El despliegue deberá ser suficientemente amplio como para servir de disuasión eficaz y también tener autoridad para intervenir. Además, las fuerzas de paz han de contar con un apoyo aéreo firme, un radar terrestre para controlar los movimientos de las fuerzas militares, y la capacidad para poder imponer una zona de exclusión aérea. También necesitarán el transporte adecuado para una fuerza de reacción rápida que debe acudir a los puntos calientes.

El presidente Bashir ha prometido bloquear el despliegue de la ONU. Está perfectamente satisfecho con la situación. Para impedir la acción internacional eficaz, está jugando con los temores derivados de la ocupación estadounidense de Irak. El presidente Bashin asegura que las fuerzas de paz son el caballo de Troya para que Estados Unidos ocupe Sudán y controle sus reservas petrolíferas. Nada más alejado de la verdad. La ONU no prevé que los soldados estadounidenses participen en la fuerza de paz internacional. Consciente de las sensibilidades culturales, la Comisión Darfur recomienda la colaboración de la OTAN, pero sugiere que los cascos azules procedan de países africanos así como musulmanes.

Los países preocupados por Darfur se reunirán el próximo mes en la conferencia de donantes de Bruselas. La Comisión Darfur espera que los donantes ofrezcan fondos para sostener a las fuerzas provisionales de la UA y facilitar el camino a una operación efectiva de cascos azules de la ONU. Además, se precisan urgentemente fondos para asistencia humanitaria, reasentamiento y desarrollo. La Comisión Darfur pide a la Unión Europea y a los países del Golfo que aumenten sus aportaciones económicas.

Pero la acción humanitaria requiere más que dinero. El Gobierno de Sudán debería dejar de obstaculizar a los organismos de la ONU. Debería facilitar también el acceso humanitario de las organizaciones internacionales de ayuda privadas. Los grupos de asistencia privados deberían ser tratados como un activo, no como un estorbo.

En Darfur no puede haber paz sin justicia. La Comisión Darfur pide a Estados Unidos y a otros miembros permanentes del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas que se juzgue a los perpetradores de atrocidades en la Corte Penal Internacional. La vigilancia es ahora más necesaria que nunca. La comunidad internacional no debe usar el Acuerdo de Paz de Darfur como una excusa para la inacción, como ocurrió en Bosnia y en tantos otros conflictos. La mera firma de un acuerdo no significa que reine la paz, y tampoco señala el fin del sufrimiento humano. La Comisión de Premios Nobel para Darfur se compromete a atestiguar. Esperamos que el Gobierno de Sudán reciba bien a los monitores internacionales y conceda visados a nuestra delegación. Si los premios Nobel no levantan la voz en apoyo de los indefensos, ¿quién lo hará?

Wole Soyinka es escritor, galardonado con el Premio Nobel de Literatura en 1986. David L. Phillips es director ejecutivo de la Fundación Elie Wiesel para la Humanidad. Traducción de News Clips.

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