El Tour hace limpieza
Basso, Ullrich, Mancebo, Sevilla y el Astaná en pleno, excluidos por su implicación en la red de dopaje de Eufemiano
Sin Basso, el heredero designado por Armstrong; sin Ullrich, el hombre que había aguantado pacientemente, con altibajos, a la sombra de Armstrong; sin Mancebo, el español regular y poco más que había emigrado a Francia para poder tener por fin su año mágico en el Tour, y también sin Vinokúrov, el kazajo que salió de la sombra de Ullrich para hallar en los consejos de Manolo Saiz la mejor manera de asaltar el Tour. A la grande boucle llegaron ayer por vía oficial los documentos de la Operación Puerto y la carrera decretó inmediatamente el estado de excepción. Ordenó la gran limpia, una purga que deja fuera de la prueba, que comienza hoy con un prólogo en Estrasburgo, al segundo, al tercero, al cuarto y al quinto de la edición de 2005 y que lanza una gran sombra de sospecha sobre la jerarquía del ciclismo mundial en el último decenio, si no sobre el ciclismo en su totalidad. De los 22 equipos y 198 corredores previstos, sólo 20 conjuntos y 176 ciclistas partirán hoy.
En la sala de conciertos de la orquesta filarmónica de Estrasburgo seguramente nunca se habría oído antes tal despliegue de cacofonía como el que asoló sus paredes durante las sucesivas ruedas de prensa que ayer se celebraron. La principal tuvo lugar al mediodía. Se sentaron a la mesa, con los folios de la Guardia Civil enviados desde Madrid por la federación española como partitura, Christian Prudhomme, director del Tour; Jean Marie Leblanc, su adjunto, y Patrick Lefévère, director del Quick Step y presidente de la asociación de equipos. Contaron una historia.
Contaron que por la mañana, antes incluso de reunirse los equipos del Tour para estudiar y aplicar los 50 folios de la Guardia Civil, la dirección del T-Mobile despertó a Óscar Sevilla, a Jan Ullrich y al técnico Rudy Pevenage, los tres implicados en el informe, y les pidió muy educadamente que abandonaran cuanto antes sus habitaciones del hotel del Buey y con ello el Tour. En la reunión posterior de equipos, los directores se leyeron el informe policial. Rápidamente, vieron que no era broma, que todo lo que se temían allí estaba impreso y, por unanimidad, decidieron aplicar el código ético del ProTour. Todos se comprometieron a retirar de la carrera a los corredores de sus equipos que estuvieran implicados y, para refrendar su voluntad de luchar hasta el final, decidieron que no sería posible sustituirlos. Así, Bjarne Riis, director del CSC y entrenador personal del italiano, borró a Basso, ganador espectacular del Giro, segundo tras Armstrong del último Tour. Así, Vincent Lavenu, del Ag2r, con lágrimas en los ojos marchó a ver a Mancebo para decirle que se fuera. El T-Mobile empezará el Tour con siete corredores, en vez de los nueve permitidos, y el CSC y el Ag2r, con ocho.
"Pero tenemos un problema", contó después Prudhomme; "las pruebas contra corredores del Astaná-Wurth [antiguo Liberty, equipo de Manolo Saiz] son tan abrumadoras, hay tantos corredores, presentes o no en el Tour, implicados, que todo apunta a que se trata de un asunto de dopaje organizado en el seno del equipo. Es una lástima que nos hayan llegado tan tarde los documentos oficiales, pues con ellos en la mano el Tribunal de Arbitraje Deportivo (TAS) habría tomado el jueves una decisión diferente a la de dejarles participar".
Y el problema se agravó por la tarde. La Unión Ciclista Internacional (UCI) volvió a lavarse las manos. En vez de convocar a la comisión de licencias para que revocara la del Astaná a la luz de las nuevas informaciones, emitió un comunicado con una lista de nueve corredores destilada tras la lectura del informe de la Guardia Civil: cinco del Astaná (Contador, Paulinho, Nozal, Beloki y Davis) más los cuatro ya citados (Ullrich, Basso, Mancebo y Sevilla). "No se les puede sancionar por dopaje, así que corresponde a los equipos aplicarles el código ético", decía el comunicado. Pero con el antiguo Liberty volvió a pinchar en hueso. Si por la mañana, en la asamblea de directores, sus técnicos, Marino Lejarreta y Herminio Díaz Zabala, habían votado, tras consultarlo por teléfono con Pablo Antón, el mánager ausente, a favor de la aplicación del código ético, por la tarde, cuando se les solicitó su puesta en práctica, se encogieron de hombros. "No sabemos lo que haremos", dijeron. Finalmente, poco antes de las 21.00 horas, dieron su brazo a torcer. Decidieron retirar a sus cinco implicados, lo que dejaría un equipo sólo de cuatro para participar (Vinokúrov, Kashechkin, Luis León y Barredo), inferior al mínimo permitido, por lo que finalmente no podrá salir ninguno.
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