Luxemburgo abre el museo de arte contemporáneo de Ieoh Ming Pei
'Eldorado', la primera de las exposiciones, mezcla arquitectura, espacio e historia
El Gran Ducado de Luxemburgo inaugura hoy su museo de arte contemporáneo, el MUDAM, imaginado por el arquitecto chino-estadounidense Ieoh Ming Pei (Cantón, 1917), habituado a resolver los problemas que plantea la presentación de obras de arte. Antes ha firmado los museos de Des Moines, el ala Este de la National Gallery de Washington y el ala Oeste del Museum of Fine Arts de Boston, todos en EE UU; la ampliación del Deutsches Historisches Museum de Berlín, y la remodelación del Louvre de París, gracias a una pirámide de cristal que le ha hecho célebre. Pei termina este año, además del museo de Luxemburgo, otro en Doha (Qatar) y un tercero en su ciudad natal.
El MUDAM es una instalación de 10.000 metros cuadrados, de los cuales 4.800 están dedicados a exposición en tres niveles. La colección propia del MUDAM, iniciada en 1995, cuenta con 230 obras de artistas contemporáneos, entre ellas, las de algunos españoles, como Joan Hernández Pijuan, Txomin Badiola, Libia Pérez de Siles de Castro, Fernando Sánchez Castillo, Juan Uslé y Javier Vallhonrat. La exposición inaugural, la primera de una larga lista de muestras temporales ya programadas, lleva por título Eldorado y permanecerá hasta el 20 de noviembre. La muestra es una mezcla de arquitectura, espacios interiores e historia.
El nuevo edificio está situado entre el centro de la capital luxemburguesa y el llamado barrio europeo de Kirchberg, donde se halla la mayor parte de servicios ligados a las actividades de la UE. Muy cerca tiene la elegante construcción de la nueva Filarmónica, abierta hace apenas un año y obra de Christian de Portzamparc. Junto al museo se levanta la fortaleza de Fort Thüngen.
Si desde fuera el edificio de Pei es decepcionante -su aspecto es el de unas grandes galerías comerciales en las que el contratista habría tenido un cuidado exquisito con los acabados-, el interior se revela plenamente al servicio de las obras expuestas, maleable y sin voluntad de protagonismo. Es, en definitiva, un anti-Guggenheim. "Lo que me interesó, dada la vecindad de la fortaleza de Thüngen concebida por Vauban en 1688, del que soy un gran admirador", explica Pei, "era resolver el problema de cómo armonizar el pasado y el presente de manera que se refuercen mutuamente". El coste de la operación se ha cifrado en 88 millones de euros y su inauguración sirve de prólogo a la capitalidad cultural de Luxemburgo en 2007.
"Luxemburgo es la primera ciudad que obtiene la capitalidad cultural en dos ocasiones, pues ya lo fue en 1995", cuenta Robert García, coordinador de todos los actos, "pero entonces la ciudad era aún muy provinciana, no disponía de infraestructuras adecuadas. Además, la gran novedad es que ahora hemos asociado al proyecto las regiones alemana y valona de Bélgica, los länder alemanes de Sarre y Renania-Palatinado y la Lorena francesa. A fin de cuentas, cada día vienen a trabajar a Luxemburgo 115.000 extranjeros, transfronterizos, y en nuestro país, el 40% de los habitantes son extranjeros".
El MUDAM, tras abrir con Eldorado, una exposición que, según su comisario, es "una aventura, la búsqueda de un tesoro, el de la imaginación", se sumará a las celebraciones de capitalidad con una exposición antológica dedicada a Michel Majerus, el más conocido de los jóvenes artistas luxemburgueses, fallecido en 2002 en un accidente de aviación -el 10% de la colección del MUDAM es obra de creadores del gran ducado-, para luego proponer una muestra de las relaciones entre diseño y ciencia-ficción titulada Tomorrow now.
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.