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Reportaje:

Barcelona se rinde a la noche 'chill out'

Los hoteles de lujo se suman este verano a la moda de las terrazas tranquilas y vanguardistas

Amanda Mars

Hace tiempo que el chill out dejó de ser únicamente un tipo de música electrónica tranquila y envolvente para convertirse en una atmósfera de similares características: minimalista, íntima y de vanguardia. Es, además, una tendencia creciente en la noche de toda ciudad que presume de cosmopolita y los hoteles de lujo de Barcelona ha tomado buena nota de ello.

Este verano puede uno tomarse una copa tumbado en una cama con dosel del jardín del Princesa Sofía o degustar una botella de champaña en la azotea del Axel, junto a la piscina. Olor a incienso, decoración básica y cócteles de autor. Jazz, bossa nova, soul y techno. Éstos son los ingredientes necesarios para construir un espacio chill out. Tener dinero y ser absolutamente moderno, los requisitos indispensables para disfrutarlo.

No hace falta arreglarse demasiado, "esto no es Madrid", dicen en el Arola
Uno puede tomarse una copa en una cama con dosel o en la piscina de una azotea

"Viene gente de todo tipo: actores y deportistas de élite, pero también otro público, y no ponemos demasiados reparos en la indumentaria; lo que queremos es gente guapa", explica Eduard Arola, responsable de la terraza Arola, en el hotel Arts.

Esta terraza sirve cada jueves, entre las once de la noche y la una de la madrugada, cócteles y copas preparadas por Diego Cabrera, con música en directo de pinchadiscos y grupos musicales. Cada copa cuesta entre 9 y 11, euros y no es necesario arreglarse demasiado porque "esto no es como en Madrid", añade Arola. "Creemos en la formalidad italiana, que no es la inglesa, la de la americana y la corbata, sino esa en la que uno puede ir con unos vaqueros y una camiseta de diseño", explica el responsable de la terraza del Arts.

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Lo que está prohibido en esta y otras zona chill out de Barcelona son las bermudas y las chanclas. "Nunca le hemos prohibido a nadie la entrada por su vestuario porque nunca ha aparecido por el local alguien con pantalón corto", señala el director del hotel Claris, José Luis Fernández.

Este establecimiento del Eixample barcelonés abrió a mediados de junio La Terraza del Claris, donde se pueden tomar combinados hasta la una y media de la madrugada con jazz y bossa nova como banda sonora de la noche. Acuden barceloneses de entre 26 y 45 años de un nivel económico medio-alto, "gente del mundo de la noche que se mueve por los mejores locales de Barcelona", resalta Fernández.

Hay que llevar en el bolsillo entre 7 y 15 euros para cada cóctel.

Al otro lado del Eixample está la terraza del hotel Axel, el Axel Sky Bar, que presume de ser la más agradable y atraer a la gente más cool (moderna) de Barcelona. El hotel está dirigido al colectivo homosexual, pero se define por encima de todo como un espacio "libre y tolerante", un lugar heterofriendly, o lo que es lo mismo, un espacio en el que los heterosexuales también se sentirán cómodos.

El bar está ubicado en la azotea del hotel, junto a la piscina y el solarium, y tiene una carta de 27 cócteles. Cada uno de ellos cuesta 8,5 euros y degustar una botella de champaña Laurent Perrier Rossé sale a 90 euros.

"Arquitectos, artistas y personas del mundo de la moda vienen mucho por el local, sobre todo gente del ambiente [gay] de clase media-alta", explica el director general de Axel Hotels, Nacho Rodríguez. La terraza está abierta para todo el público los miércoles, mientras que el resto de la semana está reservada a los huéspedes.

"Vístanse para la noche", recomienda Nacho Rodríguez a quienes quieran dejarse caer por el local una noche de este verano. El Axel Sky Bar no pone problemas al pantalón corto o a la camiseta sin mangas, pero, eso sí, deben ser un pantalón corto y una camiseta sin mangas a la última. Y es que en este chill out, más que en ninguno, se cumple el mandato: hay que ser absolutamente modernos.

No es tan necesario en el Aqua Chill Out, que está situado en los jardines del Princesa Sofía y cuyos clientes son sobre todo barceloneses de entre 35 y 50 años que residen en la zona de Diagonal y Pedralbes, según explica Jordi Palu, portavoz del establecimiento.

Allí uno puede tomarse una copa entre almohadones, camas con dosel y futones a la luz de las velas. Está abierto de nueve de la noche a tres de la madrugada. Cada copa cuesta unos nueve euros.

No hace falta reservar para echar un trago en los sofás del jardín, pero es conveniente hacerlo si uno quiere pasar velada en una de las camas, que están pensadas para grupos de seis u ocho personas. "Se puede venir con ropa deportiva; pero, por supuesto, no con bermudas ni con sandalias", explica Palau.

Un pinchadiscos ameniza con una música que ya no tiene por qué ser chill out una de esas veladas que poco tienen que envidiar a la noche ibicenca del Café del Mar.

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Sobre la firma

Amanda Mars
Directora de CincoDías y subdirectora de información económica de El País. Ligada a El País desde 2006, empezó en la delegación de Barcelona y fue redactora y subjefa de la sección de Economía en Madrid, así como corresponsal en Nueva York y Washington (2015-2022). Antes, trabajó en La Gaceta de los Negocios y en la agencia Europa Press

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