Arenas bailonas en Barcelona

Hasta el advenimiento de la nominación olímpica, Barcelona vivía de espaldas al mar. Es un tópico histórico repetido hasta la saciedad cada vez que uno se para a contemplar la actual exuberancia marítima de la ciudad. Ya fuera a través de la rehabilitación casi sanitaria o mediante la fabricación de arena a base de ruinas, Barcelona recuperó en vísperas de los Juegos su relación con el Mediterráneo. En la actualidad, más de siete millones de personas al año visitan los 4,2 kilómetros de arenales. Las playas que conforman este panorama son las de Sant Sebastià, Barceloneta, Villa Olímpica, Nova Icària, Bogatell y Mar Bella (desdoblada en Nova Mar Bella, y, gracias a su relativo aislamiento, poseedora del único espacio naturista de la fachada marítima barcelonesa).

La temporada de playas se inicia en abril con la Festa de la Platja, una iniciativa de la Fundació La Caixa que da la bienvenida a la temporada del calzón corto. Pero la verdadera catarsis lúdica de estos espacios llega en junio, cuando, coincidiendo con la programación del Sónar (que este año se celebró del 15 al 17 de junio) primero y la Diada de Sant Joan después, miles de barceloneses escenifican el multidisciplinar uso de estos espacios que se ha popularizado en años recientes. Bailar sobre la arena, programar reputados dj's hasta la madrugada o comer en un ambiente de diseño son algunas de las actividades que, además de tostarse al sol, pueden realizarse en estas playas. Tal vez demasiado masificadas, pero ciertamente populares, divertidas y que, con el paso del tiempo, han ido adquiriendo rasgos diferenciadores que casi podríamos definir como personalidad propia.

Sant Sebastià-Barceloneta

Son las más urbanas de todas. Bajando por el paseo de Juan de Borbón, a la derecha encontramos Sant Sebastià. A la izquierda, la de la Barceloneta, que se extiende, pasando por el Hospital del Mar, hasta la Villa Olímpica. El ambiente aquí es el más joven y moderno, al menos durante el día. A los locales tradicionales del barrio de la Barceloneta se ha unido recientemente un notable despliegue de espacios de diseño y de vocación más variada y cosmopolita. El bar Daguiri (Grau i Torras, 59) ofrece vistas al mar en colores pastel y es pionero en su especie. Sobre la arena, en la fachada del viejo barrio de pescadores, la oferta se vertebra a través de los chiringuitos estandarizados y esos encantadores vendedores de donuts que patrullan la arena al caer el sol cargando una bandeja sobre la cabeza. Malabaristas del colesterol aparte, de entre los chiringuitos cabe destacar el 23 (pertenece al bar Princesa 23, sito en el barrio del Born), muy cerca de la estatua de los cubos. Ofrece cocina de cafetería internacional (sándwiches, hamburguesas y platos más exóticos), además de cócteles, música electrónica de consumo y un ambiente mundialista. La oferta se sofistica a medida que dejamos atrás el viejo barrio. Con terraza a pie de arena encontramos el Sal Café (paseo Marítimo, s/n; 932 24 07 07), un restaurante-lounge en colores naranjas que completa su cocina mediterránea con sesiones de dj's hasta la madrugada. Arenal (paseo Marítimo, s/n; 932 21 08 10) ofrece algo más sofisticado y caro: arroz caldoso con bogavante, dorada a la sal o paella; todo sobre la arena, claro.

Villa Olímpica-Nova Icària

El pez de Gehry da la bienvenida a esta nuevo barrio surgido al sur de Poble Nou. Las playas aquí son algo más amplias, y la clientela, familiar. Las posibilidades sobre la arena no son igual de exuberantes que en otras zonas, aunque al pie de las torres y rozando el mar se encuentran algunos de los locales más sofisticados de la ciudad. Cien metros de oro en los que encontramos el restaurante Bestial (Ramón Trías Fargas, 2-4, 932 24 04 07), del grupo Tragaluz; el Shoko (paseo Marítimo, 34; 932 25 92 00), un multiusos de vocación oriental que este año presenta cada domingo las fiestas 24 K, organizadas por la revista del mismo nombre. También el ya mítico CDLC (paseo Marítimo, 32; 932 24 04 70; www.cdlcbarcelona.com), propiedad de otro mítico de la noche barcelonesa, Patrick Kluivert, nos da arena, modernidad en sofás y haimas, comida creativa y baile bonito. En chiringuitos, el tema se reduce esencialmente a algunas propuestas que navegan entre el trance y la pachanga, y que históricamente han respondido a nombres como Deseo, Dockers o Nasha. Sublimando a la perfección el cruce entre populismo turístico y sofisticación en plan bestia nos encontramos Moncho's, chiringuito de la popular cadena que ofrece productos del mar de manera masiva.

Bogatell-Mar Bella

Si la playa de la Barceloneta es comparable con el barrio del Raval y Villa Olímpica con el Eixample, la Mar Bella es puro Poble Nou. Aquí se han prodigado en los últimos tiempos los verdaderos chiringuitos de moda. En pocos lugares se encuentra una oferta para bailar sobra la arena como en estas playas a las que se accede desde la salida 23 de la Ronda Litoral. El Chiringuito del Escribà, en Bogatell, da alimento para el cuerpo y el alma, y es, tal vez, el más mítico de la zona. En la misma playa, El Deseo de Lorenzo se erige como el principal espacio de estas características dedicado el público gay.

En el límite entre Bogatell y Mar Bella, en el bar del club náutico y la pequeña y deliciosa playa sobre la que se levanta, se encuentra un remanso de paz inesperado. Lo que viene ahora tiene de todo menos tranquilidad. La Nova Mar Bella es el templo de la electrónica veraniega. Y Mochima, Amparo y La Nueva Ola, un triunvirato dance difícil de batir en el que han pinchado gente de Groove Armada o International Deejay Gigolos. Su programación durante el reciente Sónar fue fantástica, marcando el tono de lo que vendrá este verano. Acostumbran a iniciar sus sesiones de dj a partir de las 16.00 horas, extendiéndose hasta pasada la medianoche. Los sonidos navegan del chill al trance, cogiendo aire al caer el sol y atacar el house, el deep opuse y el tecno. El ambiente va mutando a medida que avanzan las horas, mientras el dj lucha contra los elementos playeros: bañistas despistados, resacosos, reenganchados, turistas, profesionales del clubbing y otras especies de la fauna veraniega que llenan cada noche estos nuevos espacios para el baile.