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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Argentina-España

Sería una bonita, y teóricamente posible, final del Mundial, pero no se trata de un partido de fútbol sino de la Asociación Estratégica entre ambos países suscrita por Kirchner y Zapatero en 2005, que ayer ambos mandatarios asentaron y desarrollaron en Madrid con un plan de acción para 2006-2007. En palabras del rey Juan Carlos, pronunciadas la víspera, en el brindis del almuerzo oficial, "nada de lo que ocurre en Argentina nos es ajeno". Los destinos de ambos países están entrelazados y no sólo por empresas e inversiones, sino y sobre todo por los vínculos culturales y humanos. La creación de un centro cultural argentino en Madrid, anunciado ayer por Kirchner, ha de enmarcarse en esta intimidad entre dos países que saben lo que son las dictaduras y lo importante que es la democracia.

España, como segundo país inversor en Argentina tras Estados Unidos, ha apostado fuertemente por el futuro de ese país, incluso en las horas bajas de la economía austral en 2000-2001, que ahora se va recuperando, y también mantiene las perspectivas de mayores inversiones. Kirchner prefiere considerar que apenas está saliendo del "infierno" para acercarse a "las puertas del purgatorio", pero Zapatero lo calificó de "espectacular recuperación económica". Para consolidar estos flujos de capital -español, de otros países o incluso de argentinos que repatríen su dinero- es esencial que se fortalezca la seguridad jurídica y sean claras y previsibles las reglas de juego. También el Rey, pese a su formalidad, ha pedido en uno de sus discursos más francos que el país hermano cumpla sus compromisos con las empresas españolas.

Néstor Kirchner ha admitido que "urgen soluciones definitivas" a cuestiones pendientes, como las tarifas congeladas desde 2001 de algunos servicios que prestan esas empresas. No ha dado todavía soluciones, al igual que ha esquivado compromisos sobre el pago de la deuda debida, cuando Argentina es el primer deudor de España. Aunque la sintonía política ha sido buena, y las conversaciones con los empresarios muy claras, salvo que haya pasos concretos en las próximas semanas, los resultados en firme de esta cuarta visita del presidente Kirchner a España podrían haber sido mayores.

En esta era de la globalización, en la que la nacionalidad del capital cuenta mucho menos que su fiabilidad y que el efecto local de las inversiones, sigue habiendo un déficit de confianza entre estos dos socios estratégicos. Y antes del bicentenario de las independencias, excelente ocasión para construir aún más futuro en común, es necesario y perfectamente posible colmarlo.

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