Los secuestros de la CIA llegan al Bundestag
El ciudadano alemán Khaled el Masri relata ante una comisión parlamentaria su odisea
El ciudadano alemán de origen libanés Khaled el Masri insistió ayer, ante una comisión parlamentaria de investigación, que el hombre que le interrogó durante su cautiverio en Afganistán y que respondía al nombre de Sam era un agente alemán. El Masri declaró ayer ante la comisión que indaga su supuesto secuestro por la CIA, los vuelos que la inteligencia estadounidense fletó para trasladar por toda Europa a los detenidos y la posible colaboración de los servicios secretos alemanes con los de EE UU en la guerra de Irak.
El Masri, de 42 años, sostiene haber sido retenido en Macedonia el 31 de diciembre de 2003 y llevado después a Afganistán, donde asegura haber sido interrogado y torturado repetidamente durante cinco meses. Los fiscales alemanes que investigan su caso consideran su versión muy plausible y apuntan a la CIA como responsable. En una comparecencia que duró varias horas, El Masri detalló ayer ante los diputados las vejaciones de las que fue víctima durante su cautiverio, habló de interrogatorios nocturnos, de cadenas en los pies y esposas en las manos.
No cabe duda, dijo El Masri, de que Sam era alemán. En él reconoció un ligero acento del norte del país y se sorprendió de las cosas que sabía -"cosas que no sabían los estadounidenses"-. Por ejemplo, conocía exactamente el centro multicultural de Neu-Ulm, el lugar de encuentro de islamistas que El Masri solía frecuentar, y sabía dónde exactamente se encontraba un refrigerador en aquel centro. Sam no sólo le dijo que su mujer también tenía la tarjeta de cliente de la cadena de hipermercados Metro, sino que al acompañarle en el vuelo de regreso a Albania le dijo: "Tenemos nuevo presidente federal", en referencia a Horst Köhler, que había sido elegido un mes antes. En el curso de los interrogatorios durante su secuestro, El Masri pidió hablar con diplomáticos alemanes, pero esta posibilidad le fue negada.
Los fiscales que investigan el caso en la Fiscalía de Múnich, Martin Hofmann y August Stern, que también comparecieron ayer ante la comisión parlamentaria, criticaron la escasa colaboración que les ha prestado el Gobierno alemán en el curso de las pesquisas. En su declaración ante los parlamentarios hubo muchas preguntas a las que Hofmann y Stern no pudieron contestar por tratarse de información calificada por el Gobierno de secreta. Los investigadores tampoco han tenido acceso al técnico de los servicios secretos alemanes (BND), que escuchó a comienzos de enero de 2004 que un alemán apellidado El Masri había sido secuestrado y entregado a la CIA. A la solicitud de la fiscalía para que declare, el BND ha respondido que de momento su comparecencia no es posible.
Varios Sam
En cuanto al supuesto Sam, los fiscales aún no saben de quién se trata. En una ronda de reconocimiento, El Masri no fue capaz de identificar con total seguridad a la persona que previamente había identificado en una foto. "Hemos seguido la pista de varias variantes de Sam", explicó ayer Hofmann a los diputados. En dos de los casos la investigación concluyó sin resultado, pero en el tercero las pesquisas continúan. No hay indicios, explicaron, de que se trate de un agente al servicio del Gobierno alemán.
Otro de los interrogados ayer por la comisión fue el ex jefe de la Deutsche Telekom en Skopje (capital de Macedonia), Wolf-Dietrich Mengel. El testigo aseguró haber informado a la Embajada alemana a comienzos de 2004 del secuestro de un ciudadano alemán. Sin embargo, la persona que le atendió por teléfono en la representación alemana le dijo que ya estaban informados de ello. El Ministerio de Exteriores de Alemania sostiene que no supo del secuestro de El Masri hasta después de su liberación.
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