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La Comisión Europea tratará de reactivar la Constitución en 2007

Los líderes de la UE abren hoy una cumbre con bajas expectativas

Andreu Missé

El futuro de la Constitución europea y su vinculación con futuras ampliaciones constituirá el núcleo del primer debate de la cumbre de los jefes de Estado y de Gobierno de los Veinticinco que empieza hoy en Bruselas. El presidente de la Comisión, José Manuel Barroso, insinuó ayer en Estrasburgo un plan para relanzar "los principios de la Constitución", es decir, la primera parte del Tratado, en 2007.

Los líderes de los grupos del Parlamento Europeo saludaron la decisión de presidente de la Comisión, al que hasta ahora habían reprochado un insuficiente compromiso con la defensa de la Constitución, para intentar desatascar el parón institucional.

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El presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, ha logrado por otra parte, que su propuesta sobre emigración constituya una materia básica de la política europea. Ahora se trata de que el Consejo pase de las palabras a las medidas económicas.

El rechazo al Tratado Constitucional por parte de Francia y Holanda provocó hace un año una profunda división en la UE y un parón de su desarrollo institucional. Aunque la Carta Magna europea ha sido aprobada ya por 15 Estados, que con la próxima de Finlandia serán 16, quedan otros 7 que han expresado su oposición o desinterés a pronunciarse sobre esta materia. La Constitución, que debe ser aprobada por los 25 Estados miembros para que entre en vigor, resolvía muchos problemas como la representación exterior y facilitaba la toma de decisiones y el funcionamiento de la UE.

Durante el último año, Barroso y los principales líderes europeos han pretendido sobre todo ganar tiempo, aplazando sistemáticamente un pronunciamiento sobre la Constitución, a la espera de las elecciones de Francia y Holanda de mayo y junio de 2007, que serán determinantes para cualquier decisión. De momento, ya ha salvado un año. Para el presidente de la Comisión "las condiciones no están todavía maduras para presentar un proyecto que pudiera reunir un consenso europeo". La presidencia alemana durante el primer semestre de 2007 será el momento para crear una nueva "dinámica".

Sin embargo, el jefe del Ejecutivo dio ayer un paso adelante y desveló ayer la senda por la que podría transcurrir el proyecto europeo. Por una parte, expresó su compromiso con la primera parte de la Constitución, en sintonía con otros líderes políticos, como Romano Prodi, que han hecho referencia a la necesidad de simplificar el texto. "En la Comisión", afirma Barroso, "estamos por los valores, la sustancia del Tratado Constitucional". Y añadió, "tenemos una absoluta necesidad en Europa de lo que el Tratado Constitucional aportaba".

Por otra parte, vinculó la Constitución a las futuras ampliaciones, tras las de Bulgaria y Rumania que confiaba que se producirían el año próximo si cumplen las condiciones. "Si queremos extendernos más", precisó Barroso, "es evidente que tenemos necesidad más que nunca de cambiar las reglas de toma de decisión".

El mensaje de Barroso recibió una cálida recepción por parte de los líderes de los grupos parlamentarios en la sede de Estrasburgo. Para Hans-Gert Poettering, líder del Partido Popular Europeo, "el 90% de nuestro grupo quiere que los principios (de la Constitución) se conviertan en realidad". Más explícito todavía ha sido el jefe del grupo socialista, Martin Schulz, al afirmar: "La Constitución debe avanzar. La Comisión lo ha dicho públicamente y esto es un paso adelante". Coincidió con Barroso en que con el vigente Tratado de Niza Europa no puede funcionar.

Por su parte, el diputado español del Partido Popular Íñigo Méndez de Vigo insistió en su conocida idea de realizar "un esfuerzo de pedagogía para explicar el coste de la No Constitución". El eurodiputado socialista Carlos Carnero, otro destacado valedor del texto actual de la Carta Magna Europea, propuso que la Comisión Europea elabore un informe para el próximo otoño que explique "este coste" de la falta de Constitución.

Barroso, ayer en la Eurocámara.
Barroso, ayer en la Eurocámara.REUTERS

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