ETA pide paciencia a los presos y les advierte de que la excarcelación tardará
El Gobierno dará un trato individualizado a los reclusos, "con flexibilidad y sin impunidad"
ETA ha enfriado las expectativas generadas entre sus casi 500 presos, y más aún entre sus familias, por el alto el fuego permanente anunciado el 22 de marzo. La dirección de la banda ha hecho llegar mensajes a sus reclusos, a los que han tenido acceso los servicios de información del Estado, en los que les pide paciencia y les advierte de que su excarcelación sólo llegará al final del proceso y siempre que se logre antes un acuerdo político. Los expertos creen que ETA intenta mantener la cohesión interna de los presos y reducir la presión de su entorno familiar para una aceleración del proceso.
La dirección de la banda considera, y así lo ha transmitido a los reclusos, que su puesta en libertad no puede ser el primer punto de la negociación con el Gobierno sino, en todo caso, la consecuencia de un acuerdo político, que debería alcanzarse en el seno de la llamada mesa de partidos, donde la izquierda abertzale quiere arrancar compromisos en torno a principios como los de autodeterminación y territorialidad.
Para ETA, no tendría sentido empezar a hablar ya de la suerte de los presos -y también de los huidos, con causas pendientes en España- sin saber si algún tipo de acuerdo político es posible.
Según los expertos consultados, el propósito de este tipo de mensajes es rebajar la sensación de euforia que se extendió entre los presos y su entorno familiar en los días posteriores al alto el fuego y que, objetivamente, presionaba a la cúpula de ETA en favor de una aceleración del proceso.
Por motivos muy diferentes, tampoco al Gobierno le urge abordar un tema espinoso que puede herir la sensibilidad de las víctimas, convertidas en ariete de la oposición del PP al diálogo con ETA. Las fuentes consultadas aseguran que pasarán muchos años antes de que etarras con largas condenas por delitos de sangre salgan de prisión.
Reunión con Batasuna
Excluida la amnistía y el indulto general, la única vía es el tratamiento individualizado, mediante indultos parciales y medidas penitenciarias, como la libertad condicional o el régimen abierto. Cabe, agregan las mismas fuentes, una aplicación flexible y generosa de la ley, pero nunca la impunidad.
En todo caso, mientras más tiempo pase desde el último atentado mortal, y ya han transcurrido más de tres años, menos costoso será aplicar estos mecanismos. De diciembre de 2004 a junio de 2006, en sólo año y medio, el colectivo de presos de ETA se ha reducido de 561 a 490; en torno al 12%.
Mucho más fácil resulta poner fin a la dispersión de los presos. El Ejecutivo de José María Aznar acercó al País Vasco a 133 reclusos de ETA durante la tregua de 1998-99. Algunas medidas se rectificaron tras la ruptura de la tregua, pero otras no. Por ejemplo, los etarras se fueron de las cárceles canarias y nunca volvieron.
Las fuentes consultadas dan por hecho que habrá acercamiento de presos, pero descartan que sea a corto plazo y de forma unilateral, como lo hizo Aznar.
El Gobierno es consciente de que se trata de una de sus bazas más preciadas y quiere jugarla en el momento adecuado. Es probable, según las citadas fuentes, que se haga inmediatamente antes o después de la constitución de la mesa técnica entre Gobierno y ETA, que irá precedida por contactos preparatorios este verano.
Distintas fuentes dibujan la siguiente hoja de ruta: apoyo del Congreso al inicio del diálogo; reacción favorable de Batasuna y de ETA; contactos exploratorios y creación de la mesa técnica.
El punto más delicado es el referido a la mesa de partidos vascos. Los socialistas han aceptado celebrar una reunión formal con Batasuna, después de que Zapatero acuda al Congreso, pero sólo para decirle que se debe legalizar si quiere jugar en el futuro político de Euskadi.
Fuentes gubernamentales admiten que la reunión del PSE con Batasuna, anunciada por sorpresa coincidiendo con el debate del estado de la nación, fue un gesto hacia los dirigentes abertzales, que se planteaban declararse en rebeldía y no comparecer ante el juez Grande-Marlaska, quien los había citado para 24 horas después.
Las fuentes consultadas advierten de que, igual que la reinserción de los presos no es automática, tampoco lo es la legalización. Además de presentar en el registro del Ministerio del Interior los estatutos de un nuevo partido que apueste exclusivamente por las vías democráticas, los dirigentes de Batasuna deberán realizar "algún gesto" que evidencie su desvinculación total e irreversible de la violencia.
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