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Columna
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Anchoas, las de Donosti

Ancho... ¿qué? Lo comprendo, se han vuelto unos bichos tan raros que ya se nos ha olvidado hasta el nombre. Y, sin embargo, hasta hace poco llegaron a tener apellido como de prosapia: papillote. Me estoy refiriendo, evidentemente, a las anchoas. Es frecuente ver en los oscuros callejones donostiarras gente que se mira con culpable gesto de complicidad y sigue luego rauda desvaneciéndose en la noche. Son los que han conseguido comer anchoa este año. Anchoa de aquí, se entiende. Lo confieso, yo también he comido. Creo, porque las cosas no son tan fáciles. El otro día, paseando por la pescadería de la Bretxa con claros propósitos anchoicidas, por no decir anchófagos, me topé con un cartel que decía "Anchoa de Donosti", pero no ponía el precio. Pregunté y me dijeron que 19,95, euros, claro, si aún hubieran sido dólares...

Y en esas andamos, esquilmando las últimas anchoas con muy poco respeto

Un tanto escandalizado me acerqué a otro puesto donde el cartel rezaba "Anchoa de Getaria", y allí costaba a 15 euros. Sorprendido, pregunté cómo se sabía de dónde era cada anchoa y si figuraba en algún padrón para poder ser identificada con tantísima facilidad. ¿Acaso el lugar donde las pescaron no distaría lo mismo de Getaria que de Donosti, habida cuenta que las pescan más bien lejos en alta mar? El pescatero, mi pescatero, que tiene mucho juicio, me informó, a punto de reventar de risa, que hay muchísima gente en Donosti que sólo come anchoa de Donosti, faltaría más, dejando las otras para los cerdos, como quien dice (no se ha hecho la miel, etcétera). De modo que contraté por horas a un notario, me hice con una barquichuela y un aparejo y puedo certificar que soy el único poseedor de una anchoa pescada en la bahía de la Concha y además ¡con anzuelo! La he puesto a subasta en eBay y, como pescarla me ha salido por un ojo de la cara, he pedido lo mismo que se pide por un Mercedes.

Mientras espero el feliz cierre de mi negocio, he acabado por enterarme de que los arrantzales han salido a pescar anchoa, pero sin salir a pescar anchoa. Resulta muy fácil de entender: como cuando iban a pescar anchoa no pescaban, interrumpieron la temporada y pidieron que se cerrara el caladero, cosa a la que los franceses (sólo de matrícula, parece que van financiados con capital genuinamente vasco de este lado de la muga) no estaban dispuestos. Más bien al contrario, se lanzaron a depredar el mar con esas redes pelágicas que tienen que lo mismo te sacan una ballena que una quisquilla, incluyendo restos arqueológicos y Neptuno. Y ante eso se produjo una reacción muy nuestra: para que se la lleven los franceses, me las llevo yo, y nuestros arrantzales volvieron a echar las redes sin decir que iban a por anchoa, para no gafar la arremetida, pero dispuestos a rebañar el caladero de todas cuantas puedan. Es lo que solemos decir después de haber arramplado con el retablo flamenco de la ermita de nuestro pueblo: "Mejor estará en mis manos que en las de cualquier desaprensivo".

Y en esas andamos, esquilmando las últimas anchoas con muy poco respeto. Hombre, ya sé que se trata de una cuestión de geopolítica, porque si no, apenas se entiende que la UE no haya tomado cartas en el asunto, advertida como estaba de que la campaña podría resultar pésima y confirmada, como tuvo que estar después de que nuestros arrantzales informaran de que ya no había. Pero vaya usted a mentar los intereses de alguna nación miembro o miembra. Lo único que nos queda es recibir, como recibimos, la anchoa francesa con asco. Es un gesto que nos honra, ¿anchoas? Si no son de Donosti...; ¿ha dicho francesas, puagh? Lo que no sé es cómo nos conformamos con eso y no con boicotear productos franceses como el Tour y las ostras, para que vayan aprendiendo quién pesca anchoa.

Por otra parte, deberíamos darle un funeral como Dios manda al pobre pececillo, que encima debe de andar celoso sabiendo cómo entierran a la sardina, porque una cosa está clara: quien no ha comido anchoa no creo que vuelva a comerla. De aquí. ¿Dónde están aquellos besugos de antaño? (Me da que somos nosotros).

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