Portugal pretende que la ONU envíe 'cascos azules' a Timor Oriental

Después de varios incidentes y desencuentros con el Gobierno de Australia por la coordinación de las fuerzas internacionales en Timor Oriental, el Ejecutivo portugués se encuentra en plena ofensiva diplomática para recabar apoyos europeos a su propuesta de solución para el conflicto timorense. El Consejo de Seguridad de Naciones Unidas comienza el martes a debatir la crisis de la ex colonia portuguesa, que ha causado ya más de 20 muertos y 80.000 desplazados después de que 600 militares timorenses, liderados por Alfredo Reinado, un mayor adiestrado en Australia, se levantaran contra su expulsión del Ejército alegando que obedecía a motivos étnicos.

El ministro portugués de Exteriores, Freitas do Amaral, intentará hoy en Luxemburgo, durante la reunión preparatoria de la próxima Cumbre de la UE, sensibilizar a sus homólogos europeos para que la ONU refuerce su compromiso en el proceso de reconciliación, enviando al país un contingente de cascos azules.

Australia, según un documento oficial confidencial revelado por Diario de Noticias, entiende que la construcción del Estado timorense ha fracasado, que las autoridades de Dili no están en condiciones de controlar la situación y que la ONU debe liderar políticamente el país en esta fase, lo que incluiría, entre otras cosas, la sustitución del aparato judicial (que ha sido formado por cooperantes portugueses) por jueces y fiscales extranjeros, y la posibilidad de colocar un oficial foráneo al mando de la desintegrada policía timorense.

Control de las tropas

Según el documento, Canberra pretende que, mientras se estabiliza el país, las fuerzas militares foráneas (portuguesas, neozelandesas y malaisias) desplegadas en Timor se mantengan bajo el control del contingente ya presente allí (lo que significa bajo mando australiano), dejando fuera a la ONU.

El ministro portugués de Exteriores, que ha mantenido en los últimos días distintos roces con su homólogo australiano, intentará hoy que los cinco miembros europeos con un asiento en el Consejo de Seguridad (Reino Unido y Francia -miembros permanentes-, y Dinamarca, Eslovenia y Grecia -electos por dos años-), se opongan a esa resolución y defiendan el envío de una fuerza de cascos azules que actúe bajo mando directo de la ONU.

La batalla diplomática en torno a este minúsculo país que logró su independencia en 2002 tiene su origen en el malestar australiano con el primer ministro electo de Timor, Mari Alkatiri, quien a pesar del deterioro de la situación política, militar y social, se niega a dimitir, aduciendo que la crisis ha sido agitada por presiones extranjeras.

En los últimos dos meses, un compacto y heterodoxo bloque formado por Australia, la Iglesia católica, Estados Unidos (que en abril se opuso a prolongar un año más la misión de la ONU), los grupos de oposición, cientos de militares y policías rebeldes, bandas de jóvenes violentos de Dili y el propio ministro de Exteriores y Defensa, el Nobel de la Paz José Ramos-Horta, han pedido reiteradamente la dimisión del primer ministro.