Cúmulo de errores
El conflicto entre Israel y los palestinos se agrava de forma alarmante debido a profundas equivocaciones en ambas partes. Por vez primera desde que Hamás está al frente del Gobierno palestino, Israel mató el jueves a uno de sus dirigentes, Yamal Abu Samhadana. Era el director de los 70.000 miembros de los servicios de seguridad y comandante de una nueva brigada especial de 3.000 hombres, incluidos milicianos de Hamás y de los Comités de Resistencia Populares que, en contra de la voluntad de Israel y del presidente palestino, Abu Mazen, se acaba de desplegar en Gaza. Israel formalmente alegó que el bombardeo estaba dirigido contra un grupo de terroristas, y que desconocía la presencia de Samhadana. Resulta poco creíble. Sea como sea, el conflicto ha vuelto a subir de nivel. Y, por si fuera poco, 10 palestinos murieron ayer en un ataque naval contra la franja de Gaza, que Israel dijo en un principio ignorar.
El primer ministro israelí, Ehud Olmert, intenta no sólo demostrar que defiende Israel, sino su propio plan de retirada unilateral de una parte de Cisjordania, lo que él mismo llama "proceso de convergencia". Se protege así de los críticos que le acusan a él y a Sharon, que sigue en coma, de haber generado una situación imposible con la desconexión de Gaza, de donde han salido decenas de ataques de mortero o con cohetes contra israelíes. Una retirada de Cisjordania agravaría este peligro para Israel, según los detractores del plan.
Lo haya buscado o no, con esta muerte, el Gobierno israelí ha empezado a enfrentarse directamente con el de Hamás, aunque con actos como éstos sólo logre aumentar la frustración de los palestinos ante su desesperada situación económica y financiera y contribuir a que el Ejecutivo del movimiento integrista y terrorista recupere popularidad entre los suyos justo cuando comenzaba a bajar.
Probablemente, lo ocurrido no ayude a Abu Mazen, que debería convocar hoy un referéndum para el 31 de julio entre los palestinos sobre la creación de un Estado independiente en las fronteras de 1967, lo que supondría un reconocimiento implícito de Israel, que Hamás rechaza pese a la oferta de diálogo de Mazen. Éste va a dar el paso, valientemente, para ganar peso frente a Hamás, lo cual convertiría la consulta en un plebiscito sobre sí mismo. Un referéndum democrático resulta arriesgado en una sociedad no sólo dividida, sino armada. Sería necesario que todos echaran agua sobre el fuego, no gasolina, como hasta ahora.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.