La OTAN confirma el envío de otros 6.000 soldados a Afganistán
La Alianza contará en total con 15.000 militares en su misión más peligrosa
La OTAN aseguró ayer que "nadie debe pensar que se la puede expulsar" del país, según el secretario general de la Alianza, Jaap de Hoop Scheffer. Los aliados confirmaron los planes para ocupar el sur de Afganistán, en lo que será sin duda su misión terrestre más arriesgada hasta la fecha. La operación supondrá que la Fuerza Internacional de Asistencia a la Seguridad (ISAF) que manda la OTAN pasará de 9.000 a 15.000 soldados a finales de julio.
El ministro afgano de Defensa, Addul Rahim Wardak, presente en la reunión, no quiso que los aliados se llamaran a engaño y auguró que "habrá uno o dos meses de crisis" antes de que se estabilice la región.
Los 26 ministros de Defensa de la Alianza se reunieron ayer en Bruselas por primera vez con sus colegas de otros 11 países que también participan en ISAF y con el ministro Wardak para pasar revista a la situación y confirmar la voluntad de seguir adelante con lo que el afgano, dejándose arrebatar por la euforia de su estreno ante tan selecto auditorio, dijo que el objetivo es crear un Afganistán que sea un "modelo de moderación, paz, prosperidad, libertad y democracia".
La Alianza va a incrementar sus efectivos en Afganistán hasta los 15.000 soldados con la entrada en el sur de 6.000 nuevos efectivos, con misión de reconstrucción y órdenes de actuar vigorosamente contra cualquier ataque, en sustitución de los 3.000 soldados de la Operación Libertad Duradera, esencialmente antiterroristas y dominada por Estados Unidos. "No nos hacemos ilusiones de que nuestra tarea vaya a ser fácil", dijo Scheffer a los ministros y a la prensa.
El secretario general, como el resto de los ministros, quitó trascendencia a la oleada de ataques de las últimas semanas, que sólo en mayo ha costado unas 400 vidas. "Nos están tanteando. No quieren que estemos allí. Nadie debe pensar que se puede expulsar a la OTAN y a ISAF", dijo. "Nosotros podemos realizar la misión y lo haremos".
"No es un resurgimiento de los talibanes. Hay un intento de aprovechar la transición entre la coalición internacional [las fuerzas americanas de Libertad Duradera] y las fuerzas de ISAF. Han puesto todos sus recursos en marcha para tener un impacto sobre la opinión pública internacional", diagnosticó Wardak. "Habrá uno o dos meses de crisis, pero a corto plazo se verá un cambio radical en la cuestión de seguridad".
El secretario general de la Alianza reclamó también un compromiso de la comunidad internacional con la reconstrucción de Afganistán "porque la OTAN no puede resolver por si sola los problemas de desarrollo". Al Gobierno afgano se le exigió que luche contra la corrupción y favorezca el buen gobierno y la seguridad del país, a lo que Wardak respondió positivamente.
Entre otras cuestiones sobre la mesa, los ministros dieron el visto bueno político a una nueva estrategia para la defensa aliada que rompe definitivamente con las inercias de la guerra fría, cuando el enemigo era uno y único, la Unión Soviética. Hasta ahora la OTAN trabajaba con el supuesto de estar preparada para librar tres conflictos de envergadura simultáneamente, los que conllevaba tener en disposición de actuar a unos 180.000 efectivos. Ahora se pretende tener capacidad para desarrollar en concurrencia dos operaciones grandes (unos 120.000 soldados) y hasta seis pequeñas (con la movilización de unos 25.000 efectivos para cada una) en zonas alejadas y complicadas.
Supone una adaptación de la teoría a las realidades de los nuevos tiempos e incluye intervenciones de carácter humanitario, como las de socorro a las víctimas del huracán Katrina que asoló la costa del Golfo en Estados Unidos o del terremoto de Pakistán del pasado octubre.
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