Correspondencias culturales

Durante la última semana, el grupo La Folía ha desarrollado en el Círculo de Bellas Artes de Madrid un curioso ciclo de tres conciertos de música barroca buscando relaciones de ésta con la pintura, la literatura y la ciencia de la época. Así el primer día se dedicó a la música instrumental en tiempos de Velázquez, el segundo exploró los puntos de unión entre música y literatura a través de la música descriptiva y pastoril de imitación de la naturaleza y el tercero las concomitancias entre música y progreso científico con el sugestivo título Los viajes de Gulliver y otras visiones extremas de Barroco. Cada uno de los programas está editado en su correspondiente disco compacto y está documentado teóricamente con singular acierto. La convocatoria atrajo a un público mayoritariamente juvenil.

Pedro Bonet, director del grupo, no prescinde de cierto tono didáctico en los planteamientos. Ciñiéndonos al último concierto de la serie, el de las correspondencias con el progreso científico, las repercusiones en música del descubrimiento del telescopio o del microscopio, pongamos por caso, se ven reflejadas en los aspectos más variados. Es curiosa la música de Marín Marais para la experiencia de una operación de litotomía -extracción de una piedra vesicular-, y más aún la de la Suite burlesca, de Telemann, como particular aplicación musical de Los viajes de Gulliver (1727), de Jonathan Swift, con sus flautas de tamaño minúsculo para las escenas de los liliputienses y las de tamaño grande para las de los gigantes. Y no es menos sugerente el reflejo de las tendencias mecanicistas en la sonata de imitación al canto de los pájaros de Williams.

Con todo ello, y las explicaciones de apoyo, el concierto resultó sumamente entretenido. La interpretación -flautas de pico, violas de gamba, clave- estuvo en concordancia con las intenciones. Y el público lo agradeció.