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JOAN RIDAO | Portavoz del grupo de ERC en el Parlament | El futuro de Cataluña

Una inagotable capacidad de trabajo

Enric Company

En 1991, con 24 años, fue elegido por vez primera para un cargo público, el de concejal en su Rubí natal. Había ingresado en Esquerra Republicana (ERC) cuatro años antes en su último curso de estudiante, de la mano de Joan Manuel Tresserras y Enric Marín. Eran tiempos de vacas flacas para ERC: en aquel mandato fue su único concejal en toda el área metropolitana de Barcelona. Desde entonces, Joan Ridao, que dos años antes se había licenciado en Derecho, ha sido un profesional de la política, siempre en Esquerra, de cuya dirección forma parte desde 1990. Sin embargo, no ha renunciado a forjarse también, al mismo tiempo, su propia carrera profesional separada de la política.

Primero trabajando como abogado en dos bufetes y luego asociado para crear el propio. Y además, en paralelo, forjándose también un currículo académico. Cursó una diplomatura en Ciencias Políticas y actualmente es profesor asociado de Derecho Constitucional en la Universidad Rovira i Virgili. Tener una actividad aparte de la política susceptible de aportar seguridad e independencia es muy importante en un partido como ERC, donde a menudo chocan los intereses de algunos de los clanes, familias o cohortes de los líderes. No pertenecer a ninguno le dejó en diciembre de 2003 fuera del primer Gobierno de la izquierda en el que participaba su partido. Ésa fue también la razón por la que se le sustituyó como portavoz en el congreso de 2004.

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Que no formaba parte ni del clan que rodea a Josep Lluís Carod, presidente del partido, ni de la cohorte de Joan Puigcercós, secretario general, había quedado claro en la crisis de 1996, cuando ERC sufrió la escisión del grupo. Aquella crisis obligó a los dirigentes a definirse, a tomar posición entre los bandos, pero Ridao lo hizo integrando, junto con Josep Huguet y Jordi Portabella, lo que fugazmente se denominó tercera vía entre el grupo de Àngel Colom y la alianza Puigcercós-Carod, que acabaría adueñándose de la situación.

Ridao llevaba un año como diputado en el Parlament. Desde entonces hasta ahora se ha construido una bien ganada fama de diputado trabajador, tanto en la etapa de oposición a los gobiernos de CiU hasta finales desde 2003 como después formando parte de la mayoría de izquierdas que apoyaba al Gobierno de Pasqual Maragall. Marginado Ridao del Gobierno y relegado a la condición de portavoz adjunto de su grupo, para él ha resultado decisivo en esta fase haberse labrado una buena formación jurídica y haber acreditado una inagotable capacidad de trabajo. Ambas cualidades le han permitido desempeñar un papel de primera fila en la elaboración del nuevo Estatuto.

Convertido desde marzo de 2004 en el principal ponente de su partido en la redacción, ha apabullado al resto con una inmensa capacidad de propuesta y con el detallado conocimiento de la legislación comparada y las sentencias del Tribunal Constitucional. Formó parte de la delegación del Parlament que negoció la reforma estatutaria en el Congreso y en el Senado, y se ganó incluso el elogio de la diputada del PP Soraya Sáenz de Santamaría.

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Su labor como defensor del tripartito en el Parlament y como ponente del Estatuto ha hecho acreedor a Ridao del reconocimiento, incluso, de Maragall, que en la penúltima crisis de su Gobierno intentó colocarle como consejero de Gobernación. No lo logró.

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