Sólo las divas actúan así
Empecemos afirmando: se ha muerto una gran artista. Y borremos de esta afirmación toda esa suerte de adjetivos que añaden en España las personas que se consideran cultivadas a los artistas populares: "buena en lo suyo", "importante para mucha gente", "tristeza para los amantes de la copla". En fin. Coletillas que a algunos les sirven para distanciarse de la persona a la que están homenajeando y para guardarse un mezquino as en la manga: que quede claro que lo respeto pero en el fondo lo miro por encima del hombro.
Pues bien: la voz de la Jurado no tenía discusión, era prodigiosa. Lo fue cantando flamenco por derecho. Lo fue cantando copla. Y tuvo su gracia, en lo excesiva y lo teatral, interpretando esas canciones con mucho golpe de pecho que la convirtieron en un icono para el mundo gay.
Personajes como la Jurado ya no quedan o nos vamos quedando sin ellos, por desgracia
En estos últimos tiempos, mientras ella estaba padeciendo su enfermedad, Falete, ese hijo raro que le salió a la de Chipiona, puso en circulación de nuevo algunas de sus canciones y la gente joven ha vuelto a cantar eso de: "Lo siento, mi amor".
Personajes como la Jurado ya no quedan o nos vamos quedando sin ellos, por desgracia. El mundo del chisme se los está cargando, están provocando que personas cuya gracia radica no sólo en su arte sino en una personalidad excesiva se retraigan y dejen de actuar con esa "afectada" naturalidad tan divertida. Sólo las divas actúan así, desplegando sus alas, sus pechos, sus risas impostadas, sus lagrimitas en mitad de la canción.
Así era la Jurado: se interpretaba a sí misma, se imitaba a sí misma. Algunos flamencos se lamentan de que no se prodigara más en los cantes serios, pero la Jurado no sería la Jurado sin decir aquello de "hace tiempo que no siento nada al hacerlo contigo", frase que conoce hasta aquél que no se digna nunca a bañarse en el arroyo de la cultura popular.
El mundo del corazón nos ha robado en parte la posibilidad de hacer entrevistas serias a todos estos artistas que surgieron de la música de los pueblos y que tuvieron vidas distintas a las de la media. Nos ha robado esa posibilidad, con su grosería y esa propensión reaccionaria a destapar las supuestas vergüenzas de los famosos.
La vida de Rocío Jurado se vio tristemente agitada por todo ese circo, ella, que se había ganado su lugar en el mundo a pulso. La forma en que a diario han acechado sus últimos días ha sido lamentable, algo que no merece ningún ser humano y menos ella, que era popular sobre todo por haber sido bendecida con una voz poderosa e inolvidable.
Babelia
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