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Crítica:CANCIÓN | Joan Manuel Serrat
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Celebración de la vida

Como si hubiesen pasado siglos desde que alguna nube oscura ensombreciera durante unos segundos el cielo siempre azul de Joan Manuel Serrat, éste ha regresado, como si nada, como una auténtica celebración de la vida. Sólo así cabe calificar el último disco del ídolo: Mô, un manual del goce de todas las maravillas que la vida puede ofrecer. Amores, melancolías, sensualidades, paisajes que se fijan en la retina y en el alma, añoranza de los amigos desaparecidos, preocupación llena de amor por la seguridad de los hijos... todo imbuido de una poesía de carácter mágico, que es capaz de tocar el alma incluso a aquellos públicos que no tienen ni idea de catalán.

Precisamente con esta reflexión comenzó el cantante, dando por sentado, con socarronería, que todos los madrileños conocen la lengua catalana, ya que algunos, que no se dan cuenta que su traje de solemnidad viene manchado de ridículo, son capaces de afirmar, sin cortarse un pelo, "que hablan catalán en la intimidad". Con la practicidad del payés, Serrat ofreció una solución a todos aquellos que encontrasen incómodo el tema de la lengua ajena: "Podían hacer como si, en lugar de catalán, fuera 'valenciano del norte', que esos pueden tener el Estatut que quieran y no les boicotearán las naranjas".

Canción / Joan Manuel Serrat

Joan Manuel Serrat (voz y guitarra), Ricard Miralles (piano), Josep Mas Kitflus (teclados), David Palau (guitarra), Víctor Merlo (bajo y contrabajo) y Roger Blavia (Bateria y percusiones). Teatro Gran Vía. De 35 a 55 euros. Madrid, 30 y 31 de mayo.

Rodeado de un grupo excepcional y flanqueado por dos teclados sabios, los de Ricard Miralles y Josep Mas, Hitflus, y con una escenografía sobria y elegante, Serrat comenzó con dos piezas nuevas: Fugir de tu y , canción ésta última que entroncó perfectamente con el clásico Mediterráneo. Del mar a la urbe, con la emocionante Perdut a la ciutat. Ésta tuvo su continuación con otro tema urbanita, que define perfectamente el perfil barcelonés de su autor: La bella y el Metro. Tras la primera descarga romántica de la noche, que llegó con Ja tens L'amor, Serrat volvió a hacer gala de su tierno sentido del humor, al tratar de situarse ante el público en el supuesto imposible de que, en lugar de haber nacido hombre, hubiera llegado a este mundo en el cuerpo de una mujer. Todo esto ocurría en la canción Si hagues nascut done. Otra de las mejores composiciones de siempre de Serrat, De vez en cuando, sirvió de puente a la voz de otro poeta musicada por este genio de nuestro tiempo: el tema Mala mar, que toma su letra de los versos de Joan Margarit.

A continuación llegó el tramo de las melancolías, con otra bellísima composición del nuevo disco titulada Plou al cor, y acto seguido el cantante dispuso de toda su capacidad melodramática para hacer revivir de nuevo ese Pueblo blanco, que fue recibida con un tremendo aplauso por parte de los asistentes. El homenaje lleno de cariño al amigo perdido, en este caso el desaparecido guitarrista Josep María Bardagí, con dos canciones que eran una continuación de la otra: la delirante Mal son per entregues, y su segunda parte titulada Capgrós, o Cabezón que es como Serrat y sus amigos llamaban cariñosamente a Bardagí.

Ahí se inició la traca final con Para la libertad y a juicio de quien esto escribe, la mejor composición de este Serrat de 2006: Cremant nubols. Tras ella, el cantante interpretó Ángel de la guarda, dedicada a su hija Candela, No hago otra cosa que pensar en ti y Res al ras. Con ellas se despedía, deseando a los asistentes lo mejor que se puede desear hoy en el tiempo en el que vivimos: el máximo de felicidad posible.

Naturalmente, tuvo que regresar con dos bises, Cantares y Aquellas pequeñas cosas. Con estas canciones en el aire quedó flotando ese aroma vitalista de un Serrat decidido a no perder un solo minuto y disfrutar de lo mejor de estar vivo. Y además fue capaz de contagiar, aunque sólo fuera por unos segundos, esta sensación a quienes estaban de pie aplaudiéndole. ¿Se puede pedir más?

Joan Manuel Serrat, ayer en el teatro Gran Vía
Joan Manuel Serrat, ayer en el teatro Gran VíaEFE
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