Los límites de Olmert
La capacidad de acomodación del presidente Bush a los deseos de Israel es grande, pero quizá no ilimitada. Por ello, en su primera y obligada visita a EEUU, el primer ministro israelí, el nacional-centrista Ehud Olmert, ha obtenido un apoyo decisivo, aunque condicional, para llevar adelante su plan de paz en Palestina.
La idea del nuevo dirigente israelí sobre un acuerdo con la Autoridad Palestina que preside Mahmud Abbas comprende dos tramos: el desmantelamiento de un número de colonias aisladas en Cisjordania, con una población de unas 70.000 almas; y el segundo, si cabe con el acuerdo palestino y si no a la fuerza, la retención de un continuum territorial desde Jerusalén al centro de los territorios ocupados, que ya pueblan casi 200.000 colonos. El primer paso está bien, pero el segundo haría imposible la paz. Un Estado palestino así fragmentado y privado de un 15% contiguo de su territorio no sería viable.
Lo condicionado del apoyo estriba en que Washington pide a Olmert que agote la negociación para acordar la extensión de lo que Israel fuera a anexionarse. Con todo, estamos hablando de unas preferencias que Washington nunca trata de imponer a su aliado, lo que contrasta con una intimidad entre visitante y visitado que llega al extremo de que la semana pasada ambas partes ya habían discutido en qué términos calificaría Bush las propuestas de Olmert, y hubo pleno acuerdo cuando los americanos aceptaron pasar de llamarlas "interesantes" a "audaces".
Olmert dice constantemente que está dispuesto a negociar con Abbas, del partido Fatah, pero nunca con el movimiento terrorista Hamás, que está en el Gobierno tras triunfar ampliamente en las elecciones legislativas del pasado enero. Y, sin embargo, eso no le impide devaluar constantemente la figura del presidente palestino diciendo que carece de toda entidad. Argumenta en favor de semejante juicio que Abbas no ha intentado erradicar el terrorismo, que siguen practicando fuerzas como la Yihad. Pero Israel igualmente sigue llenando Cisjordania de colonos en desafío a las resoluciones de la ONU. Por todo ello, es de temer que en vez de negociaciones sólo se celebre algún encuentro pro forma entre Olmert y Abbas, pero que el trazado unilateral de la frontera sea tan ineluctable como inaceptable para Fatah y para Hamás. Si lo condicional no se impone a lo sustantivo del apoyo americano, los años de Intifada palestina y represión israelí apenas habrán hecho que comenzar.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.