Mezcla de rarezas y películas de palomitas
El Festival de Cannes, famoso por su exigencia, tuvo ayer un patinazo. Parecía un cajón de sastre con predominio del cine de palomitas para jóvenes y niños. De un lado, la fantástica Southland tales, de Richard Nelly, y de otro, fuera de concurso, Over the hedge, filme de animación de la factoría Dreamworks. Ambas desorientaron al público, que ese mismo día debió ver la densa película turca Los climas, del laureado Nuri Bilge Ceylan. Un pudin desconcertante, que se justifica por el afán de abarcar demasiado, desde lo estrictamente comercial a lo experimental.
Richard Nelly fue premiado en el Festival de Sitges por Donnie Darko (2002), mezcla de onirismo y humor que algunos seguidores de lo fantástico acogen como película de culto. Ahora, con mejores medios, Nelly ofrece una disparatada comedia pop sobre el fin del mundo. En 2008, una explosión nuclear en Los Ángeles influye en la rotación de la Tierra provocando que los humanos se vuelvan locos: hay grupos neomarxistas, estrellas de cine porno, policías gemelos, actores sonados, abundancia de chistes tontos y un sinfín de efectos especiales, que animaron a la mayoría de espectadores a abandonar la sala a lo largo de casi tres horas. Más tarde se proyectó fuera de competición la simpática y ñoña película infantil Over the hedge, en la que unos animalillos que salen del letargo invernal se topan con que a su alrededor han construido lujosos chalés, destrozando el medio ambiente e impidiéndoles encontrar alimento.
En la Quincena de Realizadores se exhibió 'Honor de cavallería', de Albert Serra
Fueron errores parcialmente compensados con la esperada Climas, del turco Nuri Bilge Ceylan, premiado aquí hace dos años por su espléndida(Lejano), ya estrenada en España. La poética de su estilo y el preciosismo en los encuadres, tan valorados antes, se han convertido en cliché. Climas conserva parte de aquellos aciertos pero en tono enfático, amanerado, como si estuviera pensada sólo para triunfar en festivales: una historia de desamor, bella y triste, aunque también morosa y quizás hueca.
Por otro lado, en la sección Quincena de Realizadores se ha exhibido Honor de cavallería, peculiar versión del Quijote dirigida por el catalán Albert Serra, con un presupuesto de sólo 360.000 euros. Ha despertado interés en críticas extranjeras mientras que el público se dividió en extremos: se la aprecia o se la detesta. Cahiers du Cinéma elogia su atrevimiento y la calidad de su sobrio lenguaje, que emparenta con el cine de Robert Bresson; por su parte, Variety le ve influencias de Yasujiro Ozu y de Samuel Beckett, y dice que es "una puesta al día experimental de Don Quijote, cautivadora, serena y a veces emotiva". Honor de cavallería, que compite por la Cámara de Oro para nuevos directores, está en cartel en algunos cines españoles. Palomitas y rarezas: cara y cruz del mismo festival.
Babelia
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