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EE UU se prepara para el impacto de un posible corte del petróleo de Venezuela

El Congreso explora en Washington alternativas al cuarto proveedor de crudo del país

EE UU estudia el impacto económico, y sobre todo político, que podría tener la suspensión de las importaciones de petróleo de Venezuela. En plena escalada de tensión entre los dos países y con unos precios de la gasolina que irritan a los consumidores y pesan en el horizonte de las legislativas de otoño, se toman cada vez más en serio las amenazas del presidente Hugo Chávez, que ha aludido al menos en dos ocasiones a la posibilidad de cortar el grifo. "Ya veríamos a cuánto llega el galón de gasolina", dijo Chávez el pasado 4 de enero en Caracas en un discurso ante sus simpatizantes.

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El 17 de febrero, el presidente Chávez advirtió a EE UU que estaba "tomando medidas" para interrumpir el suministro en caso de que el Gobierno de George W. Bush "se pase de la raya". "Ellos creen que yo no puedo tomar esa medida porque el petróleo no tenemos dónde colocarlo. ¡Ah, están equivocados!".

Venezuela vende la mitad de su crudo a EE UU. Es su cuarto suministrador internacional después de Canadá, Arabia Saudí y México. En marzo de este año vendió 1.183.000 barriles diarios, según cifras oficiales, lo que, unido al resto de los derivados, aproxima la cantidad al millón y medio de barriles, cerca del 13% de las importaciones estadounidenses.

Además, Venezuela, a través de la petrolera estatal PDVSA, posee Citgo, un complejo de refinerías y gasolineras en EE UU. Citgo fue, el pasado invierno, el brazo ejecutor de las operaciones de venta de gasóleo barato a zonas populares de Boston, Nueva York y otras ciudades, en las que participaron congresistas demócratas y que fueron investigadas por el Comité de Energía de la Cámara para tratar de determinar si los motivos de Chávez tenían que ver con la caridad o con la política. "Dado el claro sentimiento antiamericano del presidente Chávez, sus esfuerzos deben ser vistos con la preocupación de que esté intentando politizar el debate sobre la política energética de EE UU", decía un párrafo de la carta que Joe Barton, presidente del Comité, escribió a Citgo para pedirle todos los datos del programa del gasóleo de ocasión.

Las amenazas de Chávez, el aviso dado por estos programas y el enconamiento en la relación han despertado la alarma, y el Comité de Relaciones Exteriores del Senado ha pedido al organismo investigador del Congreso (Government Accountability Office, GAO) un estudio sobre la posibilidad de que Venezuela interrumpiera o alterara el suministro de petróleo. El GAO, que se encarga de examinar "todos los asuntos relacionados con ingresos, gastos y usos de fondos públicos", está investigando las consecuencias de esa eventualidad y el grado de preparación público y privado para abordarla.

"La situación entre los dos países es mala, y aquí muchos asumen que Chávez quiere intentar influir en nuestra política nacional, como hizo con el programa de gasóleo barato en distintos Estados, con el que trataron de dividir a demócratas y republicanos", dice Carl Meacham, experto en asuntos latinoamericanos en el equipo del senador Richard Lugar, presidente del Comité de Relaciones Internacionales.

En Venezuela, con problemas de desempleo e inseguridad, hay elecciones en diciembre, y aunque es difícil que Chávez tenga un rival que le amenace, su mejor campaña será tensar la relación con EE UU. ¿Una posibilidad? Que las fricciones vayan a más y los incidentes desemboquen en una pequeña guerra diplomática. Otra forma de aumentar la tensión sería tocar el petróleo.

"Chávez dice que no lo hará, a no ser que haya una invasión, pero sabemos que sólo tendría que cortar la exportación dos semanas para que hubiera consecuencias, no económicas, sino políticas", dice Meacham. "Las económicas se podrían absorber, pero habría nuevas subidas de precios y la gente le echaría la culpa al presidente, al partido republicano y al Gobierno, que está intentando que bajen".

Con el galón (3,78 litros) claramente por encima de los tres dólares (2,50 euros) y el verano encima -la época en la que la mayor demanda ejerce una presión alcista-, cualquier alteración "elevaría los precios durante tres o cuatro meses, justo antes de las legislativas de noviembre", señala Meacham, que concluye: "Por todo esto, y teniendo en cuenta lo que dice Chávez, tenemos que ponernos a pensar en los peores casos posibles, y uno de ellos es que nos corten el suministro". Está previsto que el GAO concluya su estudio el 30 de junio, "con los cálculos de las situaciones y los preparativos que habría que poner en marcha para absorber esa eventualidad".

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