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Reportaje:

Causas sin baronesa

Grupos ecologistas aplauden la denuncia de Cervera y piden atención para salvar otras arboledas y paisajes en peligro

¿Está usted harto de que el ayuntamiento de su ciudad le instale parquímetros en cada acera de su barrio? ¿Le gustaría que no construyeran pisos en el parque por el que suele pasear todos los domingos? ¿Quiere que las autoridades le hagan caso y atiendan a las demandas por las que usted y sus vecinos vienen luchando durante años? Una baronesa quizá pudiera ayudarle.

Ésa es al menos la conclusión a la que han llegado algunas asociaciones de vecinos, ecologistas e intelectuales involucrados en demandas ciudadanas tras el pulso que ha mantenido Carmen Cervera, la baronesa Thyssen, con el alcalde la capital, Alberto Ruiz-Gallardón, para evitar la tala de los árboles del Paseo de Prado, el lugar donde se asienta el Museo Thyssen-Bornemisza. En ese pulso ha salido ganando la baronesa: el pasado lunes, Gallardón cedía ante las protestas del Thyssen y acordaba reabrir el período de alegaciones sobre la remodelación del paseo.

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Las presiones de la baronesa han salvado, al menos por ahora, a un buen número de árboles, pero la organización Ecologistas en Acción denuncia el olvido en el que han caído otros miles que no tienen padrino conocido. "Nadie sabe a ciencia cierta de cuántos árboles estamos hablando. Lo cierto es que la región está plagada de obras que se han llevado por delante miles de árboles", señala Juan García, miembro de la organización ecologista.

"Ojalá hubiésemos tenido otra baronesa defendiendo a los árboles de otros barrios de Madrid", se lamenta Pilar Gómez García, de 50 años. Esta mujer fundó hace años con otras personas la organización SOS Árboles, una de las que empezó a luchar contra la tala de árboles en el Paseo del Prado. "Es cierto que sin la baronesa no habríamos tenido la repercusión de los medios. Le estamos muy agradecidos, porque se ha puesto del lado del ciudadano, aunque no sea algo frecuente. Normalmente tenemos que pelear mucho más", explica.

El domingo pasado, el Ayuntamiento de Sevilla procedía a talar los árboles de la Avenida de la Constitución aprovechando la semana de la feria, según denuncia un lector de este periódico en una carta al director. "En casos como este, cuando no hay nadie que apadrine a los árboles, lo que hacemos es dar algunas directrices para que la lucha de los vecinos sea más efectiva", explica Juan García, de Ecologistas en Acción. "Decimos a los vecinos que recojan firmas, llamen al Seprona, que se planten delante de las obras, o que coloquen carteles para denunciar las talas", afirma.

Pero la defensa de los árboles no es la única causa que necesita de la nobleza. Las movilizaciones vecinales son frecuentes en todo el país, aunque no siempre consiguen la atención de las administraciones. En Extremadura, por ejemplo, la plataforma ciudadana Refinería NO lleva pidiendo desde hace un año a la Junta que respalde con informes técnicos y científicos contrastados la construcción de la refinería que afectará a varios pueblos. Los ciudadanos han denunciado además la construcción de varias centrales térmicas, de las autovías, las obras del pantano de Alqueva, uno de los más grandes de Europa, sin que sus peticiones hayan abierto las páginas de los periódicos.

La construcción de una línea de alta tensión entre Asturias y León que cruza tres valles vírgenes también tiene en vilo a miles de ciudadanos de los municipios afectados y otros habitantes de la región. Uno de ellos, el escritor leonés Julio Llamazares se preguntaba hace unos días en las páginas de este periódico: "¿Habrá que buscar una baronesa?".

Los afectados por los ruidos de la Terminal 4 en Barajas, los vecinos afectados por las obras de la M-30 en Madrid, los que llevan meses protestando contra los parquímetros en la capital o aquellos que protestan contra la construcción de las centrales nucleares en varios puntos de España. Todos ellos reclaman una mayor atención de los medios y se lamentan de que, en ocasiones, sea necesario que se sume algún famoso para que sus demandas sean atendidas.

No siempre hace falta, aunque hay que sudar mucho más. En la capital, los vecinos de la calle José Antonio Carmona, en el distrito de Arganzuela, pasaron cuatro años denunciando que las obras de un circo estable habían producido daños en 163 viviendas y 11 locales. Gastaron unos 500.000 euros para reparar las grietas y para contratar abogados que les defendieran. Ese dinero no les fue devuelto pero al menos consiguieron que el alcalde entonara el mea culpa y les diera la razón.

Los vecinos serán realojados mientras sus casas son reparadas por la empresa que construyó el circo. El día que el alcalde les anunció la buena noticia fueron a verle y firmaron la paz. Lo consiguieron ellos, tras cuatro años de lucha. Sin que les hiciese falta una baronesa.

La baronesa Thyssen, en la concentración contra la tala de árboles en Madrid.
La baronesa Thyssen, en la concentración contra la tala de árboles en Madrid.ULY MARTÍN

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