Tomás Sánchez pierde la puerta grande
El toro de la tarde fue el quinto. Saltó como sobrero del tullido titular y aunque alto y fuera de tipo, y con 615 kilos de peso, tuvo gran calidad y recorrido en la muleta. Y gran fijeza. Toda una lotería para torero tan modesto como Tomás Sánchez, que busca la fortuna. No lo dejó ir el torero valenciano, que se recreó sobre la mano izquierda. Con buena actitud, sin acusar tanto tiempo en el paro. En algunos momentos, incluso sorprendente soltura. Iba camino de un triunfo de seria autoridad cuando la espada lo frustró todo. Para Tomás Sánchez fueron, precisamente, dos toros de diferente físico: cortito y recogido el segundo y sacado de tipo ese extraordinario quinto.
Con el segundo, toro de buen son y pronto, sorprendió Tomás Sánchez con su buen juego de brazos al manejar el capote. La faena tuvo buen concepto. También sorprendente puesta a punto. Seria y sin buscar recursos fáciles. Bien trazada, aunque quizás le faltara terminar de dibujarla. En ambos toros banderilleó. De los seis pares, sólo el primero no tuvo colocación. Los otros cinco, bien reunidos y ejecutados.
Capea / Uceda, Sánchez, Cortés
Toros de Capea, con los dos hierros de la familia. Correctos de presentación. El quinto, lidiado como sobrero, ovacionado en el arrastre. Uceda Leal: entera, desprendida -aviso- y descabello (saludos); casi entera perdiendo la muleta (oreja). Tomás Sánchez: casi entera (oreja); dos pinchazos, entera trasera -aviso- y 10 descabellos (saludos). Salvador Cortés: entera baja (silencio); pinchazo y media (protestas). Plaza de Valencia, 13 de mayo. Primera de la miniferia de la Virgen de los Desamparados. Media entrada.
El toro que abrió plaza, sin entrega y algo mansito en varas, tuvo doble personalidad en la muleta. Noble, aunque con poca entrega por el pitón derecho, y con claras intenciones de salirse de la vía por el derecho. La faena de Uceda fue, ante todo, puro oficio. Necesitaba ayuda el toro y Uceda se la dio con la muleta. Por el lado bueno, los muletazos se contaban de uno en uno. Por donde el toro quería descarrilar, apenas un intento y sin confianzas. Nada más pasó, que no fue ni mucho ni poco.
El cuarto también necesitó ayuda, pero en este caso respondió. Buen toro, al que sólo le faltó un punto de prontitud para subir la nota. Confiado Uceda, la faena creció a golpes sueltos. La primera serie con la derecha, que tuvo profundidad y compás, fue la más ligada. A partir de ahí, el conjunto se desigualó. Todo resultó muy suelto. Cada serie coleccionaba algún muletazo de marca, como un monumental natural que quedó como un cartel de toros. El resto fueron apuntes bien trazados pero sin acabar la pintura.
Decepcionó Salvador Cortés, el reciente triunfador de la feria de Sevilla. Suyo fue el lote más deslucido, pero tampoco justificaba las precauciones y desconfianzas durante las dos faenas de muleta. El tercero fue la oveja negra de una corrida de aceptable nota. Se colaba por los dos pitones, además de salirse suelto y distraído de cada embroque. Cortés no perdió el tiempo y abrevió.
Casi más de lo mismo en el precioso toro que cerró la corrida: bien armado, largo y fino de cabos. Pero más fachada que contenido. Ya en varas descubrió su condición: un manso. Pasó de caballo a caballo sin fijeza y saliendo siempre suelto. Otra vez Cortés sin confianzas y, lo que es peor, sin seguridad. Al principio de la faena intentó estirarse sobre la mano derecha, pero un amago cobarde del toro casi le hace perder los papeles. A partir de entonces echó las cartas y puso punto final a un infeliz debú.
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