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Nuevos madrileños | Najah Latif Saris, iraquí

"A mí me enterrarán aquí, que es donde he sido feliz"

Natalia Junquera

Si se hubiera quedado en su país, lo más probable es que ahora estuviera en la cárcel -"Y en Irak, si entrabas en prisión, no salías nunca"- de modo que se puede decir que Madrid le ha dado la libertad. Najah ha querido exprimirla al máximo. Para empezar, es el representante en España y Portugal del Partido Comunista Iraquí, cuya militancia le obligó abandonar su país antes de que la policía secreta de Sadam diese con él "al final del hilo". Y para seguir, es un hombre de negocios, cuatro en total, con más o menos éxito.

"Tenía dos opciones: o España o Inglaterra que eran los países a los que habían emigrado mis amigos iraquíes y al final me decidí por Madrid. Veinte años después, puedo decir que me conozco las calles mejor que muchos madrileños, que sé dónde hacen los mejores callos, y que escogí bien. Tengo un amigo que se fue a Londres y dice que en cinco años viviendo en el mismo edificio, ni siquiera le han dicho good morning. Aquí la gente es muy sencilla y te ayuda en lo que puede. Soy absolutamente feliz en Madrid".

En la capital sólo ha tenido dos sobresaltos: uno económico y otro amoroso. "Llegué aquí con 30 millones de pesetas y lo metí todo en una cafetería en San Bernardo. Yo no hablaba muy bien castellano y firmé cosas que no debía... Mi abogado me engañó y yo me arruiné. Esos dos primeros años en Madrid fueron bastante duros". En cuanto al amoroso, más reciente, dice: "Estuve saliendo con una chica que al final resultó que me engañaba con otro. Pero eso pasa en todas partes. Sigo pensando que los madrileños son estupendos".

Se recuperó enseguida de los dos sustos. Con el dinero que le quedó del restaurante, compró una furgoneta y empezó a trabajar de mensajero. Y en cuanto a la soltería afirma: "No tengo que dar explicaciones a nadie. Llego a casa cuando quiero y nadie me pregunta adónde voy o de dónde vengo. Es fantástico". Ya no tiene la furgoneta y cree que es mejor que no le espere nadie en casa, porque nunca está. Najah es comercial de una empresa británica que dirige un amigo suyo y vende feromonas, un tipo de hormona que atrae a los machos de determinadas especies de insectos y los elimina. También es el director de la fábrica de plásticos donde se hacen las trampas para colocar las feromonas; tiene a medias con otro compatriota un restaurante en Lavapiés, Éufrates, y es el propietario de una fábrica de pan que sirve a su restaurante y a los otros 12 de kebabs de la zona. "Hace un par de años sólo había dos y teníamos mucho éxito. Ahora hay mucha competencia, pero no me puedo quejar".

Hace dos años volvió a Irak a visitar a sus tíos y tomó una decisión: "Yo me muero en Madrid y a mí me entierran aquí, que es donde he sido feliz".

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Sobre la firma

Natalia Junquera
Reportera de la sección de España desde 2006. Además de reportajes, realiza entrevistas y comenta las redes sociales en Anatomía de Twitter. Especialista en memoria histórica, ha escrito los libros 'Valientes' y 'Vidas Robadas', y la novela 'Recuérdame por qué te quiero'. También es coautora del libro 'Chapapote' sobre el hundimiento del Prestige.

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