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Reportaje:El control de la energía en Bolivia

Una hermandad de gas y petróleo

Venezuela gana terreno en la industria boliviana de hidrocarburos a través de la presencia de su compañía estatal

A Bolivia se le ha llamado siempre "la hija predilecta del Libertador". Pero desde que Evo Morales llegó a la presidencia, la nación fundada por Simón Bolívar es también la hija predilecta de Hugo Chávez.

Hasta chistes circulan respecto a la entrañable relación. "Ahora dicen que yo tengo dos hermanos: Adán y Evo", soltó Chávez, entre risas, en uno de sus programas dominicales. Hacía referencia a su hermano de sangre, Adán Chávez -embajador en La Habana-, y a su hermano de revolución, el indígena aymara que gobierna el altiplano.

La hermandad no es sólo de palabra. Es una alianza que tiene los pies en la tierra. Y últimamente aún más abajo, en el subsuelo boliviano repleto de gas.

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Apenas Morales asumió la presidencia, Chávez envió un grupo de alfabetizadores, otorgó 5.000 becas a estudiantes pobres y ordenó cubrir el déficit en la demanda de diésel, unos 200.000 barriles mensuales. Por el dinero nadie debía perder el sueño, pues Bolivia pagaría en especie, con uno de sus rubros principales, la soja.

La sociedad entre los dos gobernantes izquierdistas es cada vez más estrecha. El pasado viernes 28 de abril, en La Habana, Morales se sumó a la Alternativa Bolivariana para América (ALBA), un club de antagonistas del Área de Libre Comercio para las Américas (ALCA, promovida por Washington e integrada por 34 países) del que hasta ese día sólo formaban parte Venezuela y Cuba.

Fue a su regreso de La Habana cuando Morales sacudió al mundo con su anuncio de la nacionalización de la industria petrolera y gasífera.

"Subestiman a Evo"

Los comentarios acerca de la influencia que han podido ejercer Fidel Castro y Hugo Chávez en esa decisión surgieron con naturalidad en muchos lugares del mundo. "No conocen a Evo, lo subestiman; él sabe lo que hace y no necesita que nadie le dé órdenes", dijo Chávez con el tono de un orgulloso hermano mayor.

Inesperadamente, la medida de Morales colocó a Chávez en el trance de tranquilizarle los nervios a otros, un rol inusual para quien es habitualmente un elemento revulsivo en la escena internacional. "Hablé telefónicamente con el presidente José Luis Rodríguez Zapatero y le dije que no se preocupara, que Evo es un hombre sensato, que con él se puede discutir", expresó.

Luego de la firma de los primeros acuerdos bilaterales, en enero, Petróleos de Venezuela Sociedad Anónima (Pdvsa), el gigante estatal venezolano, comenzó su avance con la instalación de una oficina en La Paz.

Llegaron a las alturas andinas los primeros contingentes de técnicos y un buen número de instructores de la Misión Ribas, un programa de educación media para adultos.

La presencia de Pdvsa ha despertado punzantes recelos en otras corporaciones, principalmente en la compañía estatal de Brasil, Petrobras. Mientras Petrobras ha sido tratada como una más de las multinacionales nacionalizadas, Pdvsa ostenta un estatus especial y hasta se han anunciado proyectos estratégicos con Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos.

Cuántos empleados de Pdvsa han ido a Bolivia y cuántos irán es un secreto bien guardado por la casa matriz en Caracas. Lo único que se sabe es que el equipo es multidisciplinario. Aunque cualquier profano podría apostar que lo forman ingenieros petroleros, en realidad lo encabezan los abogados. Morales necesita blindar jurídicamente su nacionalización y los expertos legales de Pdvsa vienen de anotarse un éxito en ese terreno, cuando forzaron a las grandes multinacionales a asociarse con el Estado.

En el área netamente técnica se vislumbra que el frente boliviano será muy exigente para Pdvsa. Por lo pronto, hay tres áreas en las que se espera una imbricada cooperación. Una de ellas es la prospección, ubicación de los yacimientos, identificación de sus potencialidades y certificación de las reservas.

Otro campo de cooperación entre Petróleos de Venezuela y el Gobierno boliviano es el diseño y ejecución de proyectos para el desarrollo petroquímico. Pero el más urgente de los tres es el que adelantó el propio Chávez: la construcción, a marchas forzadas, con el apoyo de la filial Pdvsa-Gas, de una planta de extracción de líquidos al gas natural, que sería el emblema de un proceso de industrialización interna en Bolivia.

Larga experiencia

Venezuela tiene una larga experiencia en lo referente a nacionalizaciones. En 1976, después de casi 70 años de explotación intensiva por parte de empresas extranjeras, la nación se declaró dueña absoluta de su petróleo y todas las operaciones, previo pago de indemnizaciones, quedaron en manos de Pdvsa.

Hacia finales de los años ochenta, en medio de una crónica crisis económica, comenzó a plantearse la necesidad de abrir el país al capital extranjero, y en los noventa se creó la figura legal para lograrlo: la apertura petrolera. Empresas multinacionales comenzaron a explotar campos marginales, ya casi agotados o productores de crudos de menor calidad. Este esquema se mantuvo hasta el año pasado, cuando, luego de una profunda reforma legal, se les exigió a las firmas extranjeras formar empresas mixtas bajo control accionario del Estado.

Todas las compañías, excepto tres, accedieron a las exigencias del Gobierno, y sus ejecutivos hasta aceptaron posar con un Chávez rebosante de alegría en un acto en el palacio de Miraflores. ExxonMobil optó por dejar sola a su socia Repsol-YPF, mientras la francesa Total y la italiana ENI se negaron a aceptar el trato y sus campos fueron ocupados por la fuerza pública.

Chávez se ufana de haber logrado esta suerte de "renacionalización" sin conflicto alguno, y no oculta su alegría por la impactante jugada de "nuestro hermano Evo". Los sectores opositores venezolanos niegan cualquier mérito al nuevo modelo de negocio petrolero y desaprueban la amistad Chávez-Morales. A veces, la crítica se torna tan cáustica que raya en el vituperio. Rayma, caricaturista del diario caraqueño El Universal, dibujó recientemente a un hombre sentado en una poltrona, hablándole a su perro. "¡Tráeme las pantuflas!", le ordena. El animalito lo mira pensativo y, para sus adentros, expresa: "Éste como que cree que yo soy Evo Morales".

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