Sobre la reforma del Estatuto aragonés
Quisiera manifestarle que con la reforma del actual Estatuto aragonés, no todos los aragoneses ganamos. Parece ser que la redacción del artículo siete, el que hace referencia a las lenguas, va a quedar más o menos en la letra de su redacción actual y, en cualquier caso no va a citar por su nombre el objeto que pretende regular, es decir la lengua aragonesa y catalana como lenguas minoritarias propias de Aragón.
Esto no es justicia, esto no es derecho. Personalmente desciendo de un lugar donde se continúa, a duras penas, hablando el aragonés, buena parte de mi infancia conviví con mi abuela que prácticamente desconocía el castellano, y no era la única en el lugar, al menos otras dos personas de edad avanzada se comunicaban únicamente a través de su lengua, la aragonesa, no por militancia ni por preferencia, sino por el mero hecho de que era la única que conocían. Lo interesante de esto es que no me estoy refiriendo al siglo XV, sino a los años setenta. Mi padre, que dejó su lugar con 14 años, cuando vio mi interés por la lengua me dijo en una ocasión "con lo que a mí me ha costado olvidarla, y ahora tú quieres aprenderla".
El aragonés, la fabla, existe, es un hecho incuestionable desde cualquier aproximación científica mínimamente rigurosa, y así es reconocido, como una lengua muy minoritaria y minorizada en los ámbitos europeos. Afortunadamente todos nos hemos dado un Estado de derecho, donde la ley y la justicia deben imperar, y yo no estoy pidiendo otra cosa que la aplicación de las leyes vigentes, pues la no aparición explícita en el articulado del Estatuto conllevará su no reconocimiento oficial, lo que es absolutamente anticonstitucional ya que la redacción de la Constitución española de 1978 dice en su artículo 3.1 "La lengua oficial del Estado es el castellano..." y en su artículo 3.2 "Las demás lenguas españolas serán también oficiales en las respectivas Comunidades Autónomas de acuerdo con sus Estatutos".
Nuestra Constitución no deja lugar a dudas, dice serán, no dice podrán ser, sino serán. Señores diputados de todos los grupos de las Cortes de Aragón, una lengua es un vehículo de comunicación, de diálogo, de entendimiento, es una joya del patrimonio cultural inmaterial del mundo. Una lengua no tiene color político, no es de derecha ni de izquierda, no es centralista ni nacionalista. Si ustedes, todos, estamos convencidos de la importancia de recuperar las especies en vías de extinción, de rehabilitar nuestro patrimonio en ruina, de la necesidad de apoyar a las personas más necesitadas, por qué no consolidar, reconocer, trabajar por la supervivencia de la lengua propia. No es un objeto político, es patrimonio cultural. Tenemos una sociedad estable, madura y culta, es tiempo de avanzar todos para que el Aragón de mis hijos y de los hijos de todos sea más justo, más solidario, más abierto, más rico y más culto. Estamos ante otra oportunidad de hacer un poco de justicia, ¿la dejaremos otra vez escapar.
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