El jefe de la CIA dimite tras menos de dos años en el cargo
Bush da por cumplida la tarea de transición de Porter Goss al frente del servicio secreto
El presidente de EE UU, George W. Bush, comunicó ayer inesperadamente la dimisión del director de la CIA, Porter Goss, de 65 años. Bush definió la tarea de Goss como de "transición" y aseguró que se había desempeñado de forma competente. El ex congresista y experto en espionaje "ha ayudado a que este país sea un lugar más seguro", informó Bush. Goss tomó las riendas de la Agencia Central de Inteligencia en septiembre de 2004 con la intención de limpiarla.
"Me gustaría informar de que la agencia ha recuperado el paso firme y navega a toda vela", comunicó ayer mismo Goss al presidente.
Bush anunció la dimisión del director de la Agencia Central de Inteligencia en el Despacho Oval de la Casa Blanca, sentado al lado del propio Goss. Durante su etapa al frente de la CIA "hemos mantenido una estrecha relación". Goss desempeñó su cargo con "integridad y profesionalidad", en palabras del propio Bush. "Tenemos que ganar la guerra contra el terrorismo", reiteró Bush. Goss agradecía al presidente su apoyo y su "comprensión".
La CIA ha estado bajo el foco de las críticas en los últimos años, no sólo por sus cuestionadas informaciones anteriores a la guerra de Irak, sino también por su dificultad para coordinarse con otras agencias federales para enfrentarse a la amenaza terrorista. Aunque la mayoría de las actuaciones que ahora se critican perjudican más al predecesor de Goss, George Tenet.
Durante su mandato, el ya ex director de la CIA tuvo que hacer frente a escándalos como la publicación de la existencia de cárceles secretas y de vuelos secretos para trasladar a presos acusados de terrorismo. También se ha visto sometido a la tormenta originada por las filtraciones de información por parte de algunos cargos a la prensa.
Legislador republicano por Florida y ex presidente de la Comisión de Inteligencia de la Cámara de Representantes antes de entrar en política, Goss pasó más de una década en inteligencia militar y en la CIA durante la Guerra Fría. Llegado a la CIA el pasado otoño, en un momento en que la central de inteligencia mira al pasado con nostalgia -su poder e influencia ha disminuido tras la creación del cargo de zar de la seguridad, ocupado por John Negroponte-, Goss defendía la labor de la inteligencia y dejaba caer: "Sabemos mucho más de lo que podemos hacer público" sobre Osama Bin Laden y Abu Musab al Zarqaui. Los líderes de Al Qaeda no han sido encontrados "básicamente porque no quieren que les encontremos y se aseguran de que así sea", informó Goss el pasado noviembre en una entrevista en la cadena ABC. "Empleamos mucho esfuerzo para descubrir dónde están". E insistió en que la CIA sabe "mucho más" sobre ambos terroristas de lo que puede decir públicamente.
La dimisión sorprendió en Washington y Bush no nombró ayer un sucesor, pero sí anticipó que esa persona seguiría "las reformas de Goss". El día en que Goss tomaba posesión, el presidente dijo de él: "Es un hombre que conoce la CIA por dentro y por fuera. Es el hombre adecuado para dirigir esta importante agencia en un momento crítico de nuestra historia".
Nada más llegar al puesto de director, en septiembre de 2004, Porter Goss hirió susceptibilidades: con él se llevó a la agencia a altos cargos del Congreso que eran considerados demasiado políticos dentro de la CIA. Especialmente tenía malas relaciones con los poderosos segmentos de la agencia de inteligencia que se ocupan de los servicios clandestinos.
Hace dos semanas, Goss anunciaba el despido de un analista, que ocupaba un alto cargo, en conexión con una historia ganadora del premio Pulitzer sobre la red de cárceles de la CIA en Europa del Este. La Casa Blanca se está haciendo con un nuevo equipo tras la caída en picado en las encuestas de la popularidad de Bush, que empezó con la sustitución de Andrew Card, jefe de gabinete del presidente, por Joshua Bolten. Ayer daba su última rueda de prensa Scott McClellan, hoy ya ex portavoz de la Casa Blanca.
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