Bush propone como director de la CIA a un general que defendió las escuchas secretas
El Congreso y el Senado se oponen a que un militar dirija los servicios secretos, una rama civil del Gobierno
El presidente estadounidense, George W. Bush, ha elegido a un general de las Fuerzas Aéreas, Michael Hayden, como candidato para dirigir la Agencia Central de Inteligencia (CIA). La decisión promete ser polémica, dada la oposición dentro del Congreso a que un militar dirija los servicios secretos, una rama civil del Gobierno. Por si fuera poco, Hayden es el arquitecto del programa de escuchas secretas de la Administración Bush, un proyecto que ha defendido en numerosas ocasiones.
El pasado viernes dimitía por sorpresa Porter Goss, de 65 años, tras apenas 20 meses al frente de la agencia. Bush definió su labor como de "transición". Gross había tomado las riendas del organismo en septiembre de 2004 con la misión de limpiarlo. "Me gustaría informar de que la agencia ha recuperado el paso firme y navega a toda vela", le comunicó al presidente el mismo día de su dimisión.
La CIA ha estado bajo el foco de las críticas en los últimos años, no sólo por sus cuestionadas informaciones anteriores a la guerra de Irak, sino también por su dificultad para coordinarse con otras agencias federales para enfrentarse a la amenaza terrorista. La polémica no parece destinada a diluirse con el nombramiento de Hayden, una figura controvertida en varios sentidos, pese a que el presidente Bush ha asegurado que "está altamente cualificado para este puesto" durante su anuncio, realizado hoy junto a Hayden y el jefe de la inteligencia estadounidense, John Negroponte.
El hombre "correcto"
En opinión del presidente, el general es "el hombre correcto para liderar la CIA en este momento crítico de la historia de nuestra nación". Igualmente, ha destacado que el general de la Fuerza Aérea tiene más de 20 años de experiencia en cuestiones de inteligencia. A su vez, hayden ha asegurado que "no hay puesto más importante que la dirección de la CIA para preservar nuestra seguridad y nuestros valores en estos momentos". "Trabajaremos con el Congreso para que los servicios de inteligencia (de EEUU) vayan hacia adelante", ha asegurado Hayden, quien agradeció tanto a su esposa como a sus hijos el apoyo que le han dado siempre en su carrera.
El general, de 61 años, dirigió la Agencia de Seguridad Nacional (NSA, en sus siglas en inglés) antes de convertirse en segundo del jefe de la Inteligencia Nacional, John Negroponte. Hayden lo tendrá difícil para lograr la ratificación del Senado: para empezar, es un militar al frente de una agencia civil. Pero sobre todo insiste en defender la legalidad del control ejercido por el Gobierno de EE UU sobre conversaciones internacionales y correos electrónicos de ciudadanos estadounidenses y personas de otras nacionalidades en este país que pueden tener vínculos con Al Qaeda.
Hayden es un militar condecorado con casi cuatro décadas de servicio activo y un historial tan brillante como polémico. En su trayectoria destaca su cargo como director de inteligencia del comando central de EEUU en Europa; el de comandante de la Agencia Aérea de Inteligencia en Texas, y sus años en Corea del Sur, con responsabilidades sobre el comando estadounidense en la zona. A esa larga lista se suman varios cargos en el Pentágono, entre ellos el más conflictivo, sus seis años (1999-2005) al frente de la NSA.
Una elección polémica
Desde este puesto, Hayden supervisó directamente el 'Programa de Vigilancia Terrorista', que dio luz verde al espionaje de llamadas internacionales, correos electrónicos y faxes de residentes en EEUU sospechosos de terrorismo. Cuando estas actividades salieron a la luz el pasado año, arreciaron las críticas tanto al programa como al contenido del mismo.
Grupos de defensa de los derechos humanos, la oposición demócrata y algunos republicanos tachan al programa -que arrancó tras los atentados de septiembre del 2001 en EEUU- de ilegal, y señalan que viola el derecho a la privacidad de los ciudadanos.
Sus detractores recuerdan que una normativa de 1978 prohíbe las escuchas en territorio estadounidense a menos que cuenten con el permiso de un tribunal especial. Sin embargo, Hayden se ha erigido como el principal defensor de las escuchas y ha repetido, una y otra vez, que el programa es legal y constitucional.
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