'La ardilla roja' y 'El abrazo partido'

Dos espléndidas películas premiadas en festivales internacionales, que versan de forma distinta sobre el olvido y la mentira, coinciden en Cine en Español. Tras el éxito de su ópera prima Vacas, el realizador vasco Julio Medem realizó con La ardilla roja (1993) un más difícil todavía, "cambiando de temas, personajes, ambientes y sentimientos, aunque la línea rupturista siga siendo la misma: expresar con la cámara, el montaje, el silencio, la iluminación, la banda de sonido, la mirada, el gesto... cine puro, con algunas deficiencias (mejor, la perfección acostumbra a ser menos interesante, más fría) y un alarde de inventiva en cada plano", según Quim Casas en El Periódico. Se trata, en opinión de Beatrice Sartori, de "una película de sexo, mentiras y juego, que contiene una irónica reflexión contra el machismo".

Un muchacho llamado Jota (Nancho Novo), abandonado por su gran amor, va a suicidarse arrojándose al mar, cuando ve caer a una chica (Emma Suárez) que ha tenido un accidente de moto. La joven sufre amnesia total a consecuencia del golpe. Jota aprovecha la situación para hacerle creer que se llama Lisa y que son novios. Tras escapar del hospital se retiran a un cámping llamado La Ardilla Roja, donde Lisa intentará recuperar su memoria mientras Jota procurará que nadie descubra su embuste o lo que es lo mismo, según Daniel Monzón en Fotogramas: "Un relato cuyo motor es una mentira que se sustenta en otra mentira que, a su vez, generará un cúmulo de otras mentiras como ondas, como cajas chinas en las que se confunden, se entrelazan el presente y el pasado, lo prosaico y lo simbólico, la realidad y la magia". La película obtuvo el Premio de la Juventud en el Festival de Cannes, donde, según Ángel Fernández-Santos, "el público se mostró poroso, cómodo y muy receptivo ante el filme, al que ovacionó unánimemente". Alberto Iglesias recibió el Goya a la mejor música, y Medem fue premiado en los festivales de Santa Fe, Geradmer, Lauderdale, mientras que Emma Suárez y Nancho Novo recibieron galardones de la Unión de Actores. Fue la mejor película de 1993 en los Premios Ondas.

La argentina El abrazo partido supuso la confirmación del talento de Daniel Burman y de su actor fetiche, Daniel Hetcher, ambos premiados en el festival de Berlín de 2004 con sendos Osos de Plata. El abrazo partido se sitúa en el microcosmos de una galería comercial bonaerense habitada por coreanos, italianos y argentinos de diverso origen, entre ellos, el joven judío Ariel (Hendler), que sueña con huir de Argentina para empezar en Polonia una nueva vida. De ese país era su padre, que se marchó a Israel cuando él era aún niño, debiéndose a esa ausencia muchas de las tribulaciones del muchacho, que sabe que su futuro es incierto, tanto como el oscuro pasado de su familia. Fueron varios los críticos que encontraron paralelismos entre esta película y el cine de Woody Allen: "Si Buenos Aires fuera Manhattan, esta sería una comedia de Allen", escribió Esteve Riambau en Fotogramas, mientras que Rodríguez Merchante en Abc acababa su entusiasta crítica aclarando: "Allá ustedes si no se dejan atrapar por este medio abrazo de buen cine que no es de Woody Allen. (...) Esta dicharachera, ingeniosa, graciosa y egocéntrica película argentina tiene la facultad de atraparte casi de arrancada, con la descripción de ese pequeño mundo en el que nos vamos a instalar con comodidad de sofá y pantuflas y de esos personajes entrañables y cercanos que lo pueblan". Personajes que, en opinión de Antonio Lloréns en Cartelera Turia, "acaban refiriéndose a todos nosotros, judíos o no, argentinos y europeos, hijos o nietos de cualquier testigo de un pedazo de historia, posibles traidores, héroes, o ninguna de las dos cosas". Para Fernández-Santos, esta película "tiene jugo de conocimiento y de exactitud en su delicioso (y más amargo de lo que a primera vista parece) contrapunto de personas que borda la delicada combinación de luces y sombras de un muchacho en perpetuo conflicto consigo mismo". El abrazo partido es para Lluís Bonet Mogica, de La Vanguardia, "una notable película donde humor y ternura, dudas y convicciones, deparan una crónica llena de matices".