Un brusco cambio de rumbo

No habían pasado 24 horas de su toma de posesión como nuevo presidente de Bolivia cuando, el pasado 23 de enero, Evo Morales firmaba en el Palacio de Gobierno de la Paz un acuerdo estratégico con su homólogo venezolano, Hugo Chávez. El acuerdo constaba de 10 puntos, entre los que se incluía la entrada de Petróleos de Venezuela S.A. (Pdvsa) en el mercado energético boliviano y la llegada de técnicos venezolanos para trabajar en territorio andino.

Minutos antes, el recién nombrado ministro de hidrocarburos, Andrés Soliz Rada, anunciaba que las reservas bolivianas a nombre de Repsol YPF en la bolsa de Nueva York serían inscritas a nombre del Estado. La segunda noticia -que originó un descalabro en la Bolsa de la petrolera española- eclipsó a la primera, pero a la larga es la alianza con Venezuela la que tiene más importancia, ya que supone un cambio de rumbo en la política energética y de integración que hasta el pasado diciembre ha llevado Bolivia.

La parte principal de esta política heredada de anteriores gobiernos -y uno de los caballos de batalla a lomos de cuales Morales ha llegado al poder- es la propiedad de los recursos naturales y la presencia de empresas extranjeras encargadas de explotarlos. La española Repsol, la brasileña Petrobras y la británica British Petroleum han estado en el punto de mira del Ejecutivo boliviano desde que Morales asumiera sus funciones hace apenas tres meses.

Directivos encarcelados

Repsol ha visto como sus máximos directivos en Bolivia han sido acusados de contrabando, encarcelados y procesados. La sede de la empresa en Santa Cruz fue también allanada y registrada. El presidente de la compañía, Antonio Brufau, viajó hasta La Paz el pasado marzo acompañado de la plana mayor de la empresa en Suramérica para reunirse con Morales y saber de sus planes de futuro. El boliviano dio toda clase de garantías, pero dos semanas después los directivos de Repsol eran detenidos.

En paralelo, las declaraciones desde el Gobierno contra Petrobras han sido constantes. Soliz Rada ha amenazado repetidamente a la compañía brasileña con expropiar su red de gasolineras y la ha acusado de daño ecológico, acusación de la que también ha sido objeto la petrolera británica.

Morales nunca ha renunciado a la nacionalización de los recursos naturales y considera "un expolio" la privatización de su gestión. También ha insistido en que el modelo de integración económica de Latinoamérica no puede basarse en los modelos existentes y el pasado domingo firmaba junto a Chávez y Fidel Castro la creación de la Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA), una estructura que gira en torno a Venezuela y no a Brasil, con el Mercosur, o a Estados Unidos, con el ALCA.