_
_
_
_
Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Al servicio de Fidel Castro

Antonio Elorza

Existen diversos modos de escribir la autobiografía dialogada de un personaje, pero aquí nos interesan las dos variantes principales. Una de ellas consiste en tomar el camino de la confrontación: el interlocutor se documenta a fondo y plantea al biografiado las cuestiones más relevantes que conciernen a su trayectoria vital, dando así pie a aclaraciones, discrepancias y contradicciones. Son las reglas para elaborar un documental veraz, que nos recordaba Marc Ferro en su Cine e historia, con Le chagrin et la pitié de Ophüls hijo a modo de ejemplo.

La vía opuesta consiste en ejercer de lazarillo, llevando al autobiografiado por los temas que él mismo desea, saltando por encima de los que resultan incómodos, renunciando a las objeciones cuando topa con una evidente falsedad y sirviendo de trampolín para la exposición doctrinal de sesgo propagandístico. Resulta obvio que a estas alturas Fidel Castro no iba a prestarse a otro juego que el de la entrevista-río convertida en rampa de su propio lanzamiento, de acuerdo con la segunda vía citada, y ello explica el escaso interés de trabajos como Comandante, del cineasta Oliver Stone, o la autobiografía con Ignacio Ramonet de segunda voz que ahora comentamos.

FIDEL CASTRO. BIOGRAFÍA A DOS VOCES

Ignacio Ramonet

Debate. Barcelona, 2006

655 páginas. 23 euros

Al margen de la ya constata

da presencia en el libro de supuestas declaraciones de Fidel Castro que reproducen literalmente textos ya conocidos, relatan las innumerables ocasiones en que nuestro hombre cuenta lo que quiere y borra lo que le da gana, sin objeción alguna por parte de Ramonet. El capítulo 10, Revolución, primeros pasos, primeros problemas, puede servir de ejemplo. Ninguna información sobre el proceso político que desde la entrada en La Habana convierte en poco tiempo a Castro en dictador, ni sobre sus propósitos ni sobre los resultados. "Nombramos presidente a Urrutia, realmente, relata Castro, y le respetamos sus atribuciones". Ramonet no tiene nada que decir al respecto, ni pregunta sobre el contenido de los cambios políticos o el incumplimiento de las promesas de democracia constitucional. Sobre el papel del partido comunista, Fidel se despacha con una crítica al sectarismo y a las consignas de Moscú.

Y de inmediato se pasa a largas digresiones sobre los juicios públicos, el racismo y el machismo (persecución de los homosexuales), tema como tantos otros al correr de las páginas en trance de superación por su sabio gobierno. Páginas casi siempre inútiles: más vale tragarse los discursos de Fidel colgados en la web. O mejor, leer el Fidel, de Volker Skierka. Excepción a pesar del engaño: el episodio sobre el golpe anti-Chávez de 2002. Punto final: a poca gente le dolió tanto como a él fusilar al general Ochoa y a La Guardia. El dictador es un pedazo de pan, "un soñador", nos dice, "que ha tenido el privilegio de ver realidades que ni siquiera fue capaz de soñar". Sin duda, Fidel no pasea por La Habana acompañado por los recuerdos de la ciudad hoy destruida que él conoció en su juventud.

El presidente cubano Fidel Castro, en el teatro Karl Marx de La Habana en 2003.
El presidente cubano Fidel Castro, en el teatro Karl Marx de La Habana en 2003.AP

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_