"Sin chequera no es fácil ser populista durante mucho tiempo"
El ex presidente de Chile, Ricardo Lagos, de 66 años, acaba de asumir la jefatura del Club de Madrid, la organización dedicada al fortalecimiento de la democracia en el mundo, apoyándose en la experiencia y recursos únicos de sus miembros, todos ex jefes de Estado y de Gobierno democráticos. Este profesor de Economía, exiliado tras el golpe de Estado de Augusto Pinochet de 1973, ganó gran popularidad durante la campaña por el no para la renovación de la presidencia del ex dictador en 1988. Fue ministro de Educación del Gobierno de Patricio Aylwin y de Obras Públicas en el de Eduardo Frei. Fue presidente chileno entre 2000 y marzo de este año, cuando cedió el testigo a Michelle Bachelet. Lagos no ha querido responder ninguna pregunta sobre la reciente polémica por la errónea identificación, durante los sucesivos gobiernos democráticos, de cuerpos de víctimas de la dictadura; ni sobre otros asuntos de política chilena de actualidad.
"La creciente oferta y demanda de energía puede ser un elemento vertebrador de Suramérica"
"No creo que la compra de material militar de Chile y Venezuela haya desatado una carrera armamentista"
Pregunta. ¿Cree que el llamado nuevo populismo latinoamericano, encabezado por el presidente venezolano Hugo Chávez, es un fenómeno pasajero y sólo andino, o que perdurará y se extenderá aún más en la región?
Respuesta. Creo que este es un fenómeno que obedece a países que han tenido crecimiento económico, pero que éste no ha llegado a todos, sino que se ha concentrado en unos pocos. Si a usted le dicen cada día por televisión que el país va bien, mientras usted está igual o peor, la tendencia a buscar una opción radicalmente opuesta a la que hay en el poder se incrementa. De esto se trata la democracia... ¿No es cierto? Pero no hay que olvidar que ha sido también la democracia la que ha permitido el ascenso de un líder sindical como Lula en Brasil, o un indígena como Morales en Bolivia. Hay muchas clases de populismos. Los hay financiables, de chequera, como el de Hugo [Chávez], al que siempre le digo que tiene una chequera abundante. Y los otros, donde sin chequera no es tan fácil ser populista por mucho tiempo. Pero, en el fondo, todo es producto del hartazgo de la gente. El preludio a un fenómeno populista es el fracaso de una gestión que, en pleno crecimiento de un país, no ha sido capaz de adoptar políticas públicas en beneficio de la mayoría. Esto da lugar a la búsqueda de una solución ajena al sistema político tradicional y no sólo del tipo de las de Venezuela, Bolivia o Ecuador en 2003. También pasa en Argentina, donde el presidente Néstor Kirchner llega al poder desde la Patagonia, desde fuera del circuito político de Buenos Aires.
P. ¿La posible salida de Venezuela de la Comunidad Andina y el enfrentamiento de dos socios del Mercosur como Argentina y Uruguay por la construcción de unas papeleras auguran el final de ambos bloques comerciales?
R. Los procesos de integración tienen que tener en cuenta las realidades económicas de cada país. En mayo de 2000, dos meses después de asumir la presidencia, tuve el honor de ser invitado a hablar en el Congreso argentino. Dije que Chile estaba dispuesto a ingresar como miembro pleno de Mercosur y como condición mi Gobierno propuso dos cosas: que hubiera un mecanismo de solución de conflictos y algunas fórmulas mínimas de políticas macroeconómicas. A los miembros [Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay] les pareció bien, pero me dijeron que primero teníamos que tener una unión aduanera. Poco después, Brasil devaluó su moneda y ello, a pesar de tener los mismos aranceles comerciales que sus socios, le dio inmediatamente una ventaja competitiva imbatible. Por eso creo que los mecanismos de integración deben ser asimétricos. Deben permitir a cada país incorporarse según su realidad y sus peculiaridades en cada momento. En Europa, nadie se rasga las vestiduras porque entre los Quince que pactaron el euro sólo doce participan.
P. ¿Será entonces el sector energético el que finalmente vertebre a Suramérica?
R. Por qué no... En Europa se comenzó con la unión del carbón y del acero... Un ejemplo: Chile consume más electricidad en invierno y Argentina, en verano. ¿Qué debemos hacer? Construir una única red para que Argentina nos mande electricidad en invierno y nosotros se la devolvamos en verano. Es simple, pero no hemos logrado avanzar mucho en ello. De todos modos, soy optimista. Creo que tanto la creciente oferta y demanda de energía, como la afinidad política regional, pueden generar un elemento vertebrador para Suramérica. El presidente Chávez es muy activo en esto, y en buena hora. Le digo más, la reunión de octubre del Club de Madrid se centrará en el tema energético. Si es verdad lo que algunos estudios señalan, que dentro de ocho o 10 años tendremos una gran crisis energética, la escalada de los precios puede llegar a ser un gran factor de desestabilidad para un gobierno democrático. Por eso creemos que lo mejor es que impulsemos un debate sobre las fuentes alternativas que ya tenemos al petróleo, incluyendo aquellas impopulares como la nuclear, y sobre las que aún podemos desarrollar para paliar las crisis energéticas.
P. ¿Han desatado Chile y Venezuela una carrera armamentista tras sus recientes adquisiciones de material militar?
R. No lo creo. Le digo más, entre Chile y Argentina, por ejemplo, se ha acordado homologar las metodologías para comparar los gastos militares. El buque insignia de la Marina argentina ha sido reacondicionado en astilleros chilenos, algo impensable apenas unos años atrás. Nuestros soldados trabajan juntos en misiones de paz en Chipre y Haití, etcétera. Hemos ofrecido el mismo acuerdo de homologación del gasto a Perú y lo estamos discutiendo en el marco de Naciones Unidas. De todos modos, tanto al Gobierno de Lima como al resto de los vecinos les informamos al detalle de cada compra de material militar. En el caso del presidente Chávez, no creo que ningún vecino esté pensando que Venezuela vaya a atacarlo, todos saben que la hipótesis de conflicto venezolana es otra... [Chávez ha dicho que espera una invasión de EE UU].
P. A propósito de Haití... ¿Hasta cuándo debe permanecer la fuerza multinacional?
R. No se cuánto tiempo, lo que haga falta. El envío de tropas latinoamericanas a Haití ha demostrado la capacidad de la región de hacerse cargo de sus propios asuntos. Un general brasileño está al mando de todas las tropas, que incluyen efectivos de EE UU, Canadá y Francia; y un diplomático chileno como representante de Naciones Unidas en Puerto Príncipe. Si los latinoamericanos no somos capaces de ordenar nuestra casa cuando tenemos dificultades, no nos podemos quejar cuando lo hacen otros.
P. Chile, en su momento, se opuso a la invasión de Irak desde su silla temporal en el Consejo de Seguridad de la ONU ¿Si su país volviese a ocupar ese puesto hoy, y el tema es Irán, qué cree que haría?
R. La crisis nuclear de Irán es muy preocupante. Cuando se adoptan posiciones muy duras, al otro lado también ganan las posiciones más duras. Creo que lo de Irán puede terminar muy mal si no somos capaces de identificar correctamente a los interlocutores y de medir bien las palabras que se dicen. En la crisis de Irak, hubo roces con EE UU, pero también creo que la Casa Blanca terminó por entender nuestra posición. Un país pequeño, como el mío, quiere vivir en un mundo que tenga reglas y, esas normas, parten del organismo que tenemos para preservar la paz. Si lo ignoramos, lo debilitamos, y eso no conviene a un país pequeño. Por eso Chile votó lo que votó.
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