Un documental denuncia que una presa obliga al desalojo de indígenas en Chile
'Apaga y vámonos', de Manel Mayol, ha pasado por más de 30 festivales
El río Biobío, que nace en los Andes y desemboca en el océano Pacífico, además de poseer un gran valor ecológico goza de una gran importancia histórica. Durante la conquista de América, el Biobío se convirtió en la frontera natural que separaba los territorios colonizados de las tierras de los indígenas pehuenche-mapuche, cuyos habitantes pudieron repeler los ataques españoles e, incluso, capturar, juzgar y ejecutar a su capitán Pedro de Valdivia.
Ahora, 500 años después de estos hechos, el río Biobío parece seguir siendo motivo de disputa entre españoles y mapuches. Al menos eso es lo que cuenta el documental dirigido por Manel Mayol Apaga y vámonos, que relata la expropiación que la multinacional Endesa realizó en Chile a este pueblo indígena. Los hechos se remontan a 1997, cuando la eléctrica española empezó la construcción de la presa Ralco en el Alto Biobío. Este pantano, además de obligar al desalojo de las familias mapuches de la zona, inundó 14 cementerios sagrados de este milenario pueblo.
El pantano inundó además 14 cementerios sagrados del pueblo mapuche
El documental está construido basándose en una serie de entrevistas, en las que tanto los afectados por la presa como aquellos que se han unido a la causa del pueblo mapuche explican la forma en que la empresa les "arrebató" las tierras, "criminalizó" sus protestas e inundó su territorio.
El filme, que se grabó durante seis semanas en 2004, también pone de manifiesto las dificultades a las que se enfrentan los indígenas que protestan por la construcción de la presa. En la película se explica que los condenados por rebelarse a los propósitos de la empresa son tratados "como terroristas". Además, los detenidos sufren acusaciones de testigos anónimos, llamados "testigos sin rostro", que se presentan con la cara tapada y sin dar a conocer su identidad.
En una de las entrevistas que aparece en el documental, una mujer acusada de actos terroristas explica que, tras pasar más de un año en la prisión, decidió fugarse y vivir en la clandestinidad: "Esta justicia no nos representa", alega en el filme.
Todo esto hace que, tal y como Mayol destaca, "la historia de Ralco tenga unos ingredientes muy buenos para explicar en una película".
Además de los testimonios de perseguidos por rebelarse contra la construcción de la presa, en el documental también aparecen algunas familias que aceptaron el trato que la eléctrica les ofreció. Estos mapuches denuncian que recibieron unas casas aisladas, en malas condiciones y sin luz, y aseguran que fueron engañados, puesto que se les prometió que no tendrían que pagar la electricidad y ahora deben vender sus animales para que no se la quiten.
Pero no sólo los que se manifiestan en contra de la presa son perseguidos; el director de un periódico local explica en el documental cómo fue detenido e interrogado por las autoridades acerca de sus relaciones con el equipo de grabación del documental Apaga y vámonos.
El director de la película intentó recoger la versión de Endesa sobre lo denunciado en el documental sin ningún éxito. En el filme aparece en varias ocasiones su imagen tratando de contactar vía telefónica con algún directivo de la eléctrica sin conseguirlo.
Actualmente, 40 mapuches están presos por rebelarse contra la presa y cuatro indígenas llevan 40 días en huelga de hambre.
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