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Una educación laica para un joven bromista

Zacarias Moussaoui asestó el 7 de marzo un primer mazazo a su madre, Aicha el Wafi, de 59 años, que acudió hasta Virginia para asistir a su juicio. Ni siquiera se dignó a mirarla.

Diez días después le propinó otro golpe aún más grande: reconoció que el 11 de septiembre de 2001 debía haber estrellado un avión sobre la Casa Blanca.

Tras unos días en Francia, El Wafi voló ayer de nuevo a Virginia para estar al lado del más pequeño de sus hijos cuando el jurado pronuncie su veredicto. "Acaso sea una de las últimas veces que le contemple en vida", comentó antes de embarcar a uno de sus abogados franceses.

Hasta ese fatídico 27 de marzo pasado, acaso hasta ahora mismo, El Wafi estuvo convencida de la inocencia de Zac, el preferido de sus cuatro hijos. La mujer se aferraba a esa carta de Zacarias, que le llegó a finales de 2001, a su casa de Narbona (sureste de Francia). En ella le decía en un francés salpicado de faltas de ortografía: "(...) No te preocupes, no he hecho nada y, si Alá así lo quiere, lo demostraré cuando llegue el momento".

Es posible que no haya hecho nada, pero se acusó de todo ante el jurado. Por eso su madre cree que la cárcel, los interrogatorios, las presiones han desquiciado a Zac. Padece esquizofrenia paranoica, aseguran sus abogados defensores.

Hay antecedentes en la familia. Las dos hijas de El Wafi sufren perturbaciones psicóticas. Su otro hermano Abd Samad es un musulmán rigorista y piadoso aunque sin ninguna relación con el terrorismo.

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Nada predestinaba al joven Moussaoui a caer en el delirio del islamismo radical. Nacido en 1968 en San Juan de Luz (País Vasco francés) no tuvo una educación religiosa. Su madre, de origen marroquí, nunca fue musulmana practicante. "Si en casa se celebraban las fiestas musulmanas era solo por tradición", explicó a este corresponsal.

Golpeada por el marido, que no ha aparecido desde la detención de su hijo en EE UU en agosto de 2001, Aicha el Wafi, se puso en manos de una asociación de mujeres maltratadas, obtuvo el divorcio y colocó a sus hijos en un centro de acogida hasta que, al año, pudo de nuevo hacerse cargo de ellos tras encontrar un empleo de limpiadora en France-Télécom.

En Narbona, en los años ochenta, la familia vivió feliz. Zacarias tuvo durante seis años una novia rubia, Karine, al tiempo que recibía una educación laica. Hizo de él un chaval "sin raíces y sin puntos de referencia", le reprocha a su madre Abd Samad en un libro publicado en 2002.

La madre sostiene, en cambio, que el joven bromista que era Zac empezó a cambiar con la llegada a Narbona, procedente de Rabat, de su prima Fousia, que "introdujo el virus islamista" y se casó con Abd Samad.

El "virus" creció aún más cuando Zacarias se trasladó a Londres y cayó en manos del imán Abu Hazma antes de empezar a viajar a Chechenia, Pakistán y Afganistán donde Osama Bin Laden remató la faena.

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