16 ciudadanos justos
A Marbella no le ocurrirá lo que a las ciudades bíblicas de Sodoma y Gomorra, pues entre sus habitantes existen sin duda numerosos justos entre los que escoger a quienes libren la ciudad de la corrupción en que la sumió 15 años de gilismo, bien es cierto que al amparo del voto bienintencionado de una mayoría de sus vecinos. La Diputación de Málaga habrá otorgado un valor preferente a este criterio al designar a los 16 vocales de la comisión gestora que debe gobernar la ciudad hasta las municipales de mayo de 2007: que sean ciudadanos justos y honestos y sin rastro alguno de contaminación con las prácticas corruptas que han imperado durante años en el Ayuntamiento y con quienes, dentro o fuera de él, las han propiciado.
Ésta es la condición necesaria, aunque seguramente no suficiente, para afrontar con éxito la dura tarea. Desde esa perspectiva, es más relevante, aunque legalmente no constituya impedimento alguno, que uno de los vocales propuestos por el PP regente un despacho de abogados que defiende a un implicado en la llamada Operación Malaya que la militancia socialista del candidato a presidir la gestora, un abogado de larga experiencia y reconocida solvencia jurídica que no ha tenido nunca cargo público alguno ni responsabilidades orgánicas en el partido. Sin embargo, esta circunstancia ha dado pie a los seis vocales propuestos por el PP para justificar su abstención, con lo que la presidencia de la gestora nacerá un tanto debilitada.
Es de esperar que los vocales de la comisión no actúen como correa de transmisión de los partidos que los han designado: seis por el PSOE, seis por el PP y dos por Izquierda Unida y Partido Andalucista, respectivamente. Presiones no les faltarán para que su gestión se oriente hacia objetivos electorales partidarios. No es casual que el PP haya elegido precisamente Marbella para celebrar los próximos días 2 y 3 de junio su reunión intermunicipal para preparar las elecciones de 2007. La tarea es, en todo caso, más complicada que preparar unos comicios: sacar a flote unas finanzas municipales exhaustas por el saqueo de tantos años y devolver a los marbellíes la confianza en las instituciones y en los mecanismos de representación política. Si lo consigue, todos los ciudadanos, y en especial los partidos políticos, deberán agradecérselo.
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