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Crítica:ROCK | Danko Jones
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Arquetipos

Como prueba de que el rock and roll está condenado a morderse la cola en un revival sin fin, el último ejemplo que ha venido a tocar por estos pagos ha sido el canadiense Danko Jones. Jones parece un tanto cansado de la velocidad vertiginosa que imprimió a sus primeras grabaciones y al directo que solía practicar cuando vino a España por primera vez hace no más de cuatro años. Algo de eso queda aún en los surcos del álbum que venía a presentar a nuestro país, el cuarto en su discografía y bajo el nombre de Sleep is the enemy. Pero lo cierto es que el directo de Jones, su fuerte y por lo que se le conoció, ha ido bajando el pistón hasta encontrarse su autor con estilos inusitados. Durante diversas fases daba la impresión de que lo que Jones tocaba era glam tardío, o punk-rock de pub a lo Eddie & The Hot Rods, o, simplemente, pop-rock de manual a lo The Knack. Todo ello pasando, además, por los Stones, AC/DC sin demasiada fiereza y los Stooges, como paradas obligadas. Tal era la sensación que daba en vivo este ex trabajador de sex shop metido a punk rocker: un compendio de homenajes a otras bandas.

Danko Jones

Danko Jones (voz y guitarra), John JC Calabrese (bajo) y Dan Cornelius (batería). Sala Arena. Madrid, domingo 9 de abril.

Demostrando una tremenda habilidad para extraer de las seis cuerdas afectivos riffs eléctricos tocados a toda velocidad y también a tiempo medio, Jones obtenía siempre la réplica perfecta por parte de un bajista que le sigue a toda partes desde siempre y un batería que exhibía un nivel altísimo a la hora de tocar rock descarnado y con pegada. Con estas armas, Danko planteó un concierto en el que fue alternando canciones nuevas -algunas de ellas excelentes, como She's drugs- con las incendiarias piezas que han hecho de él la gran esperanza del rock de principio de siglo: Bounce, Lovercall, Play the blues o la cañera Love is unkind, con la que el artista regresaba a escena a realizar el primer bis. En cuanto al modo de estar en escena, aparte de aclamar a Madrid como rock city por recibirle en domingo a sala llena, protagonizó un concierto que, si bien sí contó con los elementos de fuerza imprescindibles para el bien hacer de una genuina banda de rock, parece que fue saltando estilísticamente de arquetipo en arquetipo.

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