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Reportaje:

Báculos de luz frente a la catedral de Sevilla

El Ayuntamiento ultima la integración del metrocentro a partir de un proyecto del arquitecto Antonio González Cordón

Alejandro Bolaños

La peatonalización de la Avenida de la Constitución, una de las arterias del centro de Sevilla, es una de las principales apuestas urbanísticas del alcalde de la capital, el socialista Alfredo Sánchez Monteseirín, y también una de las decisiones municipales que más expectación ha causado entre la ciudadanía. El Ayuntamiento va a aprovechar las inminentes obras de la primera fase del metrocentro, el tranvía que unirá la Plaza Nueva con el Prado de San Sebastián, para llevar a cabo la actuación, que ha suscitado las protestas de taxistas, cocheros de caballos y algunos comerciantes.

La transformación de la Avenida de la Constitución no sólo supone un cambio radical en el modelo de tráfico de la ciudad -la actuación en esta vía forma parte de un proyecto de peatonalización más ambicioso a medio plazo- sino que también acarreará un cambio de imagen radical en una de las zonas más populares y turísticas de Sevilla: no en vano, la avenida une la Puerta de Jerez, frente al Palacio de San Telmo (sede de la Junta), flanquea la catedral y desemboca en el edificio plateresco que sirve de sede al Ayuntamiento hispalense. Dentro de un año, cuando las obras del metrocentro y la peatonalización acaben, su aspecto va a ser bien distinto. Toda la avenida estará enlosada con piezas de granito rectangulares de distinto tamaño y el centro lo ocuparán las vías del metrocentro que, si los planes se mantienen será el único vehículo motorizado que transite habitualmente esta calle.

Pero lo más notorio de la nueva avenida estará en el lado opuesto a la fachada de la catedral. Según el proyecto en el que lleva siete meses trabajando el arquitecto Antonio González Cordón, se sucederán varios "báculos", unos soportes metálicos chapados en acero inoxidable de 8,8 metros de altura, que servirán de sostén a una tela ideada para proveer una zona de sombra a los viandantes. Esa "vela solar" estará hecha con un tejido de microporos que darán ligereza al material, semejante al que se empleó en las estructuras tensadas de la Expo 92, según fuentes municipales.

El toldo, que estará motorizado para facilitar su plegamiento automático, no sólo servirá para guarecer a los peatones de las inclemencias solares, sino que también funcionará como lienzo en el que difuminar la luz que se emitirá desde los báculos. Precisamente, la iluminación ha sido uno de los asuntos que más tiempo ha llevado en la definición del modelo de integración urbanística. Según fuentes municipales, el estudio de González Cordón ha trabajado con recreaciones virtuales para comprobar los distintos efectos de luz, un trabajo en el que ha colaborado la multinacional Phillips.

Finalmente los báculos tendrán seis puntos de luz, de los que al menos tres serán direccionables y aprovecharán el reflejo en la vela para evitar exposiciones directas. Los báculos, cada uno de los cuales tiene un coste estimado de 48.000 euros, se situarán a cuatro metros de los edificios que se levantan en ese lado de la avenida y a 17,5 metros de la fachada de la catedral. Los báculos, que en la parte superior tendrán un revestimiento de bronce, permitirían además una iluminación distinta de la fachada de la catedral si así se decidiese. Actualmente, la luz se irradia desde unos focos situados en la parte superior de los edificios que están enfrente. Unas luces sobre los báculos facilitarían una iluminación desde una posición intermedia (los ocho metros de altura de los soportes) y, por tanto, más integral.

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