Machado vuelve al instituto
El centro donde el poeta sevillano dio sus últimas clases cumple 75 años
El exilio de Antonio Machado y su familia comenzó un domingo por la tarde. Alberti y León Felipe ya le habían convencido: no podía quedarse en Madrid, las botas fascistas tronaban en las puertas de la ciudad. "Niñas, hay que recoger las cosas que nos vamos con el tío Antonio a Valencia". Así lo rememora su sobrina Leonor, con voz serena y recuerdos afinados, en el documental sobre los últimos días del ilustre profesor de francés que ha grabado Hermindo Medal. Machado dejó su cátedra, sus clases y sus alumnos del instituto Cervantes y se fue buscando penosamente la frontera francesa. Ahogado en el dolor de una guerra perdida y esfumada la esperanza de ver la República consolidada, el poeta se deja morir al lado de su madre, en Collioure, el 22 de febrero de 1939.
Desecha los hoteles que la República pone a su disposición y encuentra descanso en casa de los amigos
Profesores y alumnos del instituto Cervantes lo recordaron ayer acompañados del sobrino nieto del poeta, Manuel Álvarez Machado (Leonor, madre de éste, no pudo asistir) y del hispanista Ian Gibson. La familia quiso que el documental Antonio Machado, destierro y muerte de un poeta, se estrenara en el salón de actos del instituto para celebrar que estos días el centro cumple 75 años. "Que no se nos olvide nunca que Machado fue profesor aquí", dijo el profesor Ramón Asquerino.
Ya en 1981, con motivo del 50 aniversario del instituto, el claustro de profesores pidió a las autoridades educativas la rehabilitación del escritor como catedrático, un título que le fue revocado durante el franquismo. Y entre los papeles que guarda el centro, la profesora de Historia Milagros Fernández ha encontrado un documento que miente sobre su muerte en "un campo de concentración". Ayer Alfonso Guerra, Rosa Regás, Santiago Carrillo, Monique Alonso, su sobrina Leonor y los profesores Ramón Asquerino y Milagros Fernández pusieron voz a los recuerdos y la vida de Machado. Todos ellos, y algunos otros que vivieron cerca del poeta los últimos tramos de su viaje reconstruyeron para la película, sobria y contenida, de Medal, una parte de esa historia.
Auxiliado por el Ejército republicano, Machado viaja de Madrid a Valencia y de allí a Barcelona. Va con la familia de su hermano José y con su madre, anciana. Desecha los hoteles que la República pone a su disposición y sólo encuentra descanso en las casas de amigos, donde recibe visitas y todavía escribe. "Le encantaban las puestas de sol y el mar. Eso le reponía", relata Leonor Machado, que se acuerda de los cigarrillos mal liados que vertían la ceniza en la chaqueta de su tío. La tristeza del poeta aquellos días ya es infinita. Las sobrinas viajan a Rusia desde Cataluña y Machado recorre los últimos kilómetros de su país con su madre, hacia el destierro. Vibran los cristales de la ambulancia que les lleva por carreteras secundarias. A 600 metros de la frontera, el último tramo, todo en cuesta, lo hacen andando. Arrancaba 1939 con implacables rigores de invierno. Sin dinero y sin esperanzas, madre e hijo pernoctan, ya en Francia, en un vagón de tren en vía muerta. "Machado era una figura inmóvil, no movía un músculo y su madre había perdido el sentido, a cada rato se levantaba para arropar a su hijo", recuerda Maria Núria Folch i Pi, viuda del poeta Joan Salas, que compartió esa noche con Machado en aquel vagón que "olía a pintura fresca".
Quince años tenía entonces Oriol Riba, el hijo del poeta catalán Carles Riba, que también presta su testimonio para el documental. Habla de la tristeza y la penuria de Machado en aquellas estaciones hasta llegar a Collioure. Cómo quiso vender su reloj para salvar una falta de dinero irremediable.
Acabada la película, Ian Gibson alaba el documental y desentraña la enorme tradición republicana del padre y el abuelo del poeta, y el amor que le unía a Guiomar: "Machado debe quedar en Collioure, él era profesor de francés y murió en Francia. Hay algo sutil y simbólico en esa coincidencia. Sería terrible para Collioure que le quitaran a su poeta".
La familia quiso un entierro sencillo. El féretro dio una vuelta al pueblo antes de llegar al cementerio. Allí estaba para despedirlo, aseguraron ayer, el general que defendió la República, Vicente Rojo. Dejó escrito sobre Machado: "Lo mató la pesadumbre de la derrota inmerecida del pueblo que tanto amaba".
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