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Reportaje:

Cien años sin ir al médico

Valentín Fuster publica las últimas claves científicas sobre el olvidado arte de vivir sano

Javier Sampedro

"¿Qué es peor para el corazón, el estrés o la mala alimentación?", preguntaron desde el anfiteatro, y Valentín Fuster respondió: "El corazón es mucho más complejo que todo eso. Lo peor, tal vez, sea no enseñar a los niños lo que significa la palabra tolerancia". El cardiólogo estaba presentando su libro La ciencia de la salud (Planeta). Ha escrito otros para médicos e investigadores, pero basta echar un vistazo a la foto de la contraportada para ver que éste es distinto: Fuster no sostiene una probeta, ni un fonendoscopio, sino una manzana hermosa, roja y desafiante.

"La chispa que encendió este libro es la inmensa paradoja en que vivimos inmersos", dice el director del Instituto Cardiovascular del Mount Sinai de Nueva York. Fuster, por ejemplo, recibe 150 correos electrónicos al día. Por supuesto, no tiene la menor esperanza de responderlos, pero el mero hecho de no poder hacerlo le va sumiendo en un desasosiego que no deja de ahogarle hasta la mañana siguiente, cuando se encuentra con la siguiente remesa de 150.

"Vivimos estresados, no tenemos tiempo para nada y eso nos lleva a fumar o a engordar"

"Es la enfermedad del e-mail, vivimos todos estresados, no tenemos tiempo para nada y eso nos lleva a fumar o a engordar. Pero luego, si te das una vuelta por la ciudad, los niños que solías ver corriendo ya no corren: están sentados con la videoconsola o el teléfono móvil". Seguro que cuando crezcan le mandarán e-mails a su cardiólogo. "El sedentarismo les producirá obesidad y depresión".

He ahí la paradoja: gente que va como loca (estrés), pero sin mover un dedo (sedentarismo). Fuster, que ha presenciado atónito ese gran cambio social durante los últimos 20 años, ha publicado este libro para desglosar esas dos grandes causas de la enfermedad cardiaca, y para proponer soluciones. No soluciones tecnológicas, sino filosóficas: el tipo de medicina que se receta pensando y se toma leyendo. Una sola dosis, cien años de efecto terapéutico.

Fuster firma La ciencia de la salud con el periodista científico de La Vanguardia Josep Corbella, que ha aprovechado las frecuentes visitas a España del cardiólogo -como cerebro científico del nuevo CNIC, el mayor centro de investigación cardiovascular europeo- para someterle a un total de 100 horas de entrevistas. El cardiólogo explicó ayer: "Josep Corbella es el alma del libro. Desarrolló el formato, distribuyó los capítulos y lo redactó. Mi papel fue aportar la información, producto de mi experiencia profesional de 30 años en cuatro países ricos y pobres, con una medicina muy heterogénea". Los dos autores han trabajado nueve meses en el texto, que Fuster ha revisado de forma "exhaustiva", según Corbella.

Fuster es un científico de traslación muy influyente. Los investigadores básicos exploran tierras incógnitas, pero los médicos clínicos -los que tratan con pacientes- sólo pueden aplicar técnicas que ya han probado su eficacia. Alguien tiene ponerse en medio, y ésos son los científicos de traslación. Por ejemplo, los investigadores básicos pueden estar enamorados de los genes del infarto y las células madre que prometan reparar el corazón, pero Fuster no lo está, ni lo estará mientras esas áreas de investigación no le vendan algo sólido que él pueda a su vez revender a la comunidad clínica.

Pero hay una tecnología sólida que sí necesita una buena campaña de ventas, y con urgencia: la prevención. Como dicen Fuster y Corbella: "Hoy día los médicos son capaces de salvar al 90% de los pacientes que llegan a urgencias con un infarto, pero no son capaces de evitar que lo tengan".

En Europa, las enfermedades del corazón matan más que todos los cánceres juntos. Y en el mundo, matan más que el sida, la malaria y la tuberculosis juntas. En 1990, el infarto y las enfermedades cardiovasculares mataron a 14 millones de personas en el planeta. Pero Occidente está exportando su estilo de vida -ese correr a ninguna parte sin mover un dedo- a tal ritmo que, de mantenerse, la cifra subirá a 25 millones de muertos en 2020, según la estimación de la Organización Mundial de la Salud.

La ciencia de la salud puede leerse de un tirón, pero también por capítulos sueltos. Cada lector encontrará el suyo fácilmente: exceso de peso, colesterol, hipertensión, los peligros de los dulces y las grasas, el alcohol y el tabaco, el estrés y las drogas, el infarto y la vida después de él. Pero también el aire libre, las emociones y la felicidad como seguro de vida. "Valentín muestra aquí su veta oriental", como dijo ayer su amigo Javier Solana, que anuló un viaje a Brasil para estar en la presentación.

Fuster asegura que "hasta una salchicha frankfurt puede formar parte de una ideal". Su libro no impone ni prohíbe nada. Todo en él es ciencia puesta no al día, sino al minuto. Y, sin embargo, todo lo que pretende es que el lector aprenda a vivir. A vivir cien años sin ir al médico. "Si me lo piden", dice Fuster, "no tendré el menor reparo en conducir una ambulancia a los ochenta años". Lo hará. Sin duda es la mejor forma de ir en una ambulancia

El cardiólogo Valentín Fuster.
El cardiólogo Valentín Fuster.LUIS MAGÁN

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