El truco del padrón
Se inscriben en el padrón municipal familiares o amigos, y se hincha consiguientemente el censo electoral. Es un viejo truco para ganar alcaldías, especialmente cuando soplan vientos inmobiliarios. Era ya tiempo de detener este fraude ante algunos casos que han llegado a la justicia y la constatación de "numerosos empadronamientos sospechosos" por el Instituto Nacional de Estadística (INE), de quien depende la Oficina del Censo Electoral. Con vistas a las municipales del año próximo se ha impuesto la revisión del censo de 5.856 poblaciones, sobre un total de 8.109 municipios.
La falta de control ha favorecido este tipo de fraudes. Era posible cambiar de municipio, darse de alta en uno nuevo y figurar en su censo electoral, sin que se hubiera producido a la vez la baja en el anterior. Por ello, el INE ha ordenado que sus delegaciones provinciales den de baja a los empadronados que no vivan en los pueblos de menos de 2.000 habitantes, aun cuando no hayan sido dados de alta en un nuevo municipio. Las multas de 30 a 601 euros por inclusión ficticia en el censo no se corresponden con las cantidades que a menudo están en juego. Es el caso de Yésero, Huesca, cuyo alcalde empadronó de golpe en 1998 a 19 personas -él incluido- para presentarse luego a unas elecciones que ganó por 17 votos. Hoy pretende aprobar la construcción de 589 casas en un pueblo que sólo tenía 40 viviendas y 62 residentes censados.
La justicia es lenta en algunos casos. La Audiencia de Navarra ha inhabilitado al alcalde de Pitillas por consentir la inscripción de 135 vecinos en los seis meses anteriores a los comicios de 2003, y 82 de ellos sólo en los tres meses anteriores, con lo que se aseguró la victoria en las municipales 2003. En una ciudad de cierta importancia, un alcalde condenado a más de ocho años de inhabilitación para empleo o cargo público especial hubiera tenido que dimitir, a pesar de que haya recurrido su caso ante el Supremo. La microgestión de las reglas del juego es esencial en elecciones municipales, y éstas son una dimensión fundamental de la democracia.
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