Grimshaw reinterpreta las galerías coruñesas en la Fundación Caixa Galicia
La sede se inaugura con Diego Rivera
Es una ola de cristal, acero y mármol blanco congelada en el momento de romper. Una interpretación futurista de las galerías que caracterizan la arquitectura gallega del siglo XIX y un alarde de ingeniería. Un edificio inclinado hacía delante (más de 11 grados) de seis pisos de altura, que se hunde otros cuatro y que goza de luz natural en su totalidad gracias a su orientación, a los materiales y a un foso o patio inglés que ilumina los sótanos. La sede de la Fundación Caixa Galicia, proyectada por Nicholas Grimshaw, es un fiel reflejo de la experimentación estructural característica del arquitecto.
El centro cultural se inaugura hoy con una exposición antológica de Diego Rivera, a punto de cumplirse los 100 desde que el pintor iniciase en A Coruña sus años de aprendizaje por toda Europa. Además del edificio, los visitantes podrán contemplar hasta el 30 de junio 145 obras del muralista mexicano, quizás la muestra más extensa de los fondos del Museo Dolores Olmedo que se haya exhibido fuera de México. El pintor donó o sugirió la compra de la mayoría de las obras que componen la colección a su amiga Lola Olmedo.
El edificio de Grimshaw (Hove, Reino Unido, 1939) -autor de la terminal internacional de Waterloo, en Londres, y del Ludwig Erhard Haus de Berlín-, que costó entre 35 y 40 millones de euros, tiene un alto valor simbólico, tanto en su concepción como en situación. "Busca algo muy propio de Galicia: conectar la tradición con el futuro. Es un edificio inteligente, sensible y personal, una ola que conecta el mar bravo del Orzán con las aguas tranquilas de la bahía", señaló ayer en la presentación de la sede el director general de Caixa Galicia, José Luis Méndez.
Entre las referencias a lo tradicional, además de la interpretación de las galerías, está la planta baja, que supone una conexión abierta a dos calles, el Cantón Grande, el ágora de la ciudad durante la mayoría del siglo XX, y la Estrella, el comienzo de la zona peatonal de vinos.
Para reforzar ese carácter de foro cívico, en la planta baja están situados, a través de un puente de cristal que salva el foso, una librería-tienda y un cibercafé. El primer sótano y las plantas primera, segunda y tercera están dedicadas a salas de exposiciones, que suman un total de 1.010 metros cuadrados. Las tres plantas superiores están reservadas para usos institucionales. En los sótanos dos y tres se ha construido un auditorio con cerca de 300 localidades y en el cuarto están las instalaciones de energía, climatización y mantenimiento. Casi todo el edificio está conectado interiormente por una espectacular escalera en espiral que se sustenta únicamente en uno de los muros de carga.
Pero lo más llamativo del diseño es el exterior. El ala oeste dispone de dos ascensores panorámicos que discurren adaptándose a la forma parabólica de la fachada. El frontal del edificio tiene un acabado de vidrio y de mármol blanco translúcido y está presidido por una enorme pantalla transparente -prácticamente el único elemento recto de la construcción, alineado con los edificios adyacentes- de 70 metros cuadrados, en la que se proyectarán videocreaciones.
Babelia
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