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La radical pureza abstracta de Malévich brilla en su retrospectiva de La Pedrera

La exposición exhibe más de un centenar de pinturas, dibujos, esculturas y fotografías

"He roto la pantalla azul de las limitaciones cromáticas, he llegado al blanco; seguidme, camaradas aviadores, navegad al abismo, he instalado los semáforos del suprematismo". La proclama, publicada en 1919, de Kazimir Malévich (Kiev, 1878-Leningrado, 1935) tuvo su efecto, y tras él fueron muchos los artistas que se adentraron en el abismo blanco del sin-objeto. La radical pureza abstracta del artista -su Cuadrado negro sobre blanco es uno de los iconos de la modernidad- se exhibe hasta el 25 de junio en La Pedrera, sede de las exposiciones de la Fundación Caixa Catalunya en Barcelona, en lo que es una de las retrospectivas -incluye 102 obras- más amplias celebradas en España.

Entre los colores y motivos de la tradición popular rusa y la racional búsqueda de la independencia de la pintura frente a la realidad de las vanguardias, la obra de Malévich consiguió conjugar los dos extremos y al mismo tiempo romper de forma drástica con la figuración pictórica; en su Cuadrado blanco sobre blanco llegó al paroxismo de la infinita nada. Después de él, poca cosa pudo haber de más radical en este sentido, y los "camaradas aviadores" que le siguieron navegaron ya en su estela sin otra posibilidad que darle vueltas al mismo círculo, pero sin la filosofía casi mística que le había dado sentido.

La exposición, que ayer se inauguró en La Pedrera, permite un recorrido amplio y didáctico por las distintas etapas de la trayectoria de Malévich a través de pinturas, dibujos, esculturas -se exhiben reconstrucciones y pequeños originales de nueve de sus arquitectones, estructuras tridimensionales que concebía como estaciones espaciales-, fotografías e incluso un fragmento manuscrito de su testamento.

El montaje se inicia con una selección de sus primeras obras influidas aún por los ismos parisienses -impresionismo, simbolismo, fauvismo- para dedicar un amplio espacio a las obras en las que combinó los hallazgos futuristas con el neoprimitivismo ruso -destacan óleos como Segador (1911-1912) y Segadora (1912), así como divertidos dibujos como Bañistas (1910-1911)-, y también las combinaciones de cubismo y futurismo que realizó en piezas como la casi inédita tela Máquina de coser (1913). Entre 1913 y 1914, Malévich denominó "alogismos" a una serie de cuadros cuya acumulación de formas y colores, aún en la línea cubofuturista, precedería su "revelación" abstracta. Esta etapa, bien representada en la muestra, va precedida de un apartado dedicado a los dibujos que realizó para la escenografía y vestuario de la ópera futurista Victoria sobre el sol (el sol era la Academia en declive), que se representó en San Petersburgo en 1913.

La amplia selección de cuadros suprematistas, estrellas de la muestra, se complementa con una interesante serie de dibujos de este mismo estilo que desarrollan sus experimentaciones sobre el espacio o el juego de equilibrios y gravitaciones de sus formas geométricas puras. Por último, el visitante se enfrenta a la vuelta del artista a la figuración ya al final de una vida en la que, tras ocupar varios cargos académicos en los primeros años de la república soviética, los nuevos vientos del comunismo barrieron la vanguardia y a sus defensores, por lo que murió en la miseria.

Estas últimas obras retoman su época neoprimitivista, aunque con tintes más dramáticos.

"Estos últimos años ha habido muchas exposiciones sobre Malévich, pero éste es uno de los mejores montajes que se han visto, pues resulta interesante no sólo para el público en general, sino también para los estudiosos ya que cuenta con bastantes inéditos", indicó ayer Evgenia Petrova, directora adjunta del Museo Estatal Ruso de San Petersburgo y comisaria de la exposición junto a Jean-Hubert Martin y Kean-Claude Marcadé. Las obras -procedentes de más de doce museos, en su mayoría rusos, y de colecciones particulares- se exhibirán después en el Museo de Bellas Artes de Bilbao.

Un visitante, entre <i>Cuatro cuadrados</i> y <i>Cuadrado rojo</i> (ambos de 1915), de Malévich.
Un visitante, entre Cuatro cuadrados y Cuadrado rojo (ambos de 1915), de Malévich.CARLES RIBAS
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