El acceso al agua divide al mundo
Los países debaten en el Foro Mundial de México si se trata de un derecho o una mercancía
¿El agua es una mercancía o un derecho humano? La pregunta ocupa un lugar central en los debates del IV Foro Mundial del Agua que se celebra estos días en México. La disparidad de criterios quedará reflejada en las conclusiones del simposio, según ha adelantado Bolivia. El ministro del Agua del país andino, Abel Mamani, advirtió de que su país no firmará la declaración final si no reconoce el derecho humano al acceso al agua. Sólo dos tratados internacionales de la ONU -las convenciones contra la Eliminación de la Discriminación de la Mujer y la de Derechos del Niño- mencionan dicho derecho.
"El borrador de la declaración no dice que hay que privatizar el agua, pero tampoco garantiza el derecho humano al líquido. Aquí no se ha dado un verdadero debate", dijo el ministro boliviano en una reunión con organizaciones no gubernamentales en la que participó Danielle Mitterrand, viuda del ex presidente francés. Desde la llegada al poder del presidente Evo Morales, el derecho al agua es una apuesta del nuevo Gobierno boliviano, que pide también la suspensión de toda negociación sobre servicios de agua potable y saneamiento en la Organización Mundial de Comercio (OMC).
El representante francés, Pascal Berteaud, del Ministerio de Medio Ambiente, señaló que el derecho humano al agua no está en duda, mientras que Turquía insiste en incorporar el tema de la generación hidroeléctrica, a lo que se oponen otras delegaciones. México intenta lograr el consenso entre todos los participantes, según explicó el ministro de Medio Ambiente y Recursos Naturales, José Luis Luege. La declaración final surgirá de las reuniones ministeriales que se celebrarán hoy y mañana, en las que participará la representante española, Cristina Narbona.
En el debate sobre servicio público o privado, el Banco Mundial presenta una posición innovadora en relación con su tendencia tradicional a la privatización. El organismo presentó un estudio sobre programas de empresas de agua y electricidad en América Latina, África y Asia, que revela que los subsidios a las tarifas no benefician a los más pobres sino a las clases medias y altas. Al tratarse de subsidios al consumo o de conexión, los sectores marginados quedan fuera de dichas ayudas porque sus hogares no suelen estar conectados a las redes y acaban pagando más caro el agua al quedar a expensas de quienes hacen negocio con el suministro en camiones cisterna.
Catherine Sierra, vicepresidenta y jefa de red de Infraestructura del Banco Mundial, habla de la "paradoja del agua": las naciones de menos recursos son las que más carecen de infraestructura y capacidad de gestión de sus necesidades.
En uno de los textos oficiales del foro, Frank Rijsberman, director general del Instituto Internacional de Gestión Hídrica, estima que el mundo no se está quedando sin agua. El problema está, advierte, en la mala gestión y no en la escasez: "Una crisis en la forma de gestión". Desde que La visión mundial del agua, documento base del II Foro, llegó a dicha conclusión, el mensaje se ha repetido en distintas cumbres. La insistencia ha surtido efecto, opina Rijsberman. "Parece que existe una nueva creencia de que las inversiones en el desarrollo de los recursos hídricos están justificadas, e incluso son necesarias y de que generarán considerables beneficios a la sociedad".
En este foro ha quedado de manifiesto la importancia de las iniciativas y acciones locales para futuros retos. Muchos problemas pueden solucionarse en el ámbito local si a ciudadanos, comunidades u otras instituciones locales se les otorga poder y los recursos adecuados.
Cifranio D'Acosta, presidente de la Asociación del Agua de Brasil, puso el ejemplo de Porto Alegre. Señaló que en Brasil hay voces a favor de la privatización del agua, pero los municipios han demostrado que el servicio puede seguir siendo público.
El economista Jeffrey Sachs señala que el objetivo de reducir a la mitad para 2015 el porcentaje de quienes no tienen acceso sostenible al agua potable ni a servicios básicos de saneamiento "no es imposible, ni requiere grandes sumas de dinero ni increíbles avances tecnológicos". Sólo dar prioridad a la gente pobre y a los países pobres, para que recursos y políticas alienten la acción comunitaria.
En México también están empresas multinacionales que intentan mostrar su compromiso en la buena gestión del agua. Como la suiza Nestlé, con su división Nestlé Waters de agua embotellada. Carlo Donati, vicepresidente ejecutivo, afirma que "el agua debe tener un precio" y el debate debe ser sobre "el mal uso y el desperdicio". Según Donati, si el agua no tuviera un precio, su empresa no podría mantener una distribución apropiada en las grandes metrópolis. "Contribuimos a eliminar riegos de contaminación, damos un servicio a la población", añade. Los grupos antiglobalización que se manifiestan en la capital mexicana tienen a la multinacional suiza en el punto de mira. Según Donati, Nestlé Waters ha hecho grandes inversiones para proteger los mayores recursos de agua. "No es responsabilidad de Nestlé la escasez de agua en África o la deforestación en países del Tercer Mundo".
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