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Columna
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Zapatero de bombero

Desde que hace ya dos años, el PP pasó de la mayoría absoluta a la oposición más ordinaria y resentida, no deja perder oportunidad de hacer lo que mejor sabe y menos consigue: descalificar al adversario. Ahora, en una travesura insolente y pueril ha deslizado el insulto en un concurso oposición para cabo al Cuerpo de Bomberos, en el Ayuntamiento de Alicante. La noticia saltó en el diario Información: un aspirante a la plaza impugnó no precisamente una de las 60 preguntas del test, sino una de las cuatro respuestas a la misma: "Zapateroboboetanopacta". Sin duda el aspirante, sin entrar en consideraciones políticas, y sí en la seriedad y solvencia que se presume en tales pruebas, estimó la naturaleza improcedente de aquella frase y no estuvo dispuesto a hacerle al caldo gordo a quien o quienes habían incluido tanto y tan grosero despique, en los ejercicios donde se ventilaba su inmediato futuro. El disparate ha corrido y corre por los más diversos medios de comunicación, y las conjeturas acerca de la autoría no cesan. El alcalde de la ciudad, Díaz Alperi, después del soponcio, ha dispuesto que se investigue el vergonzoso e indigno asunto. Y la oposición socialista, según su portavoz Manuel de Barros, ha pedido la destitución fulminante por "acción u omisión", de Juan Rodríguez Marín, presidente del tribunal, encargado de Recursos Humanos en el gobierno municipal y senador, y cuyas responsabilidades, en este turbio escándalo, parecen fuera de cualquier duda, aunque aún no ha dado la cara. Por supuesto, en la Moncloa se tiene cumplido conocimiento del tema, y ha pedido a los parlamentarios alicantinos que procedan en consecuencia. El cronista imagina la estupefacción del Gobierno, al ver al presidente Zapatero, en el temario de unas oposiciones finalmente incendiarias. Pero el presunto infantilismo de esta acción no se resuelve con dejar sin postre al escribidor, culpable, por añadidura, de tanta melonada y tan penosa inventiva, porque detrás de sus palabras -"Zapatero bobo eta no pacta"- hay mucha impotencia y más indicios de otros gatuperios. Probablemente, ni Mariano Rajoy ni el primer edil alicantino, por mucho que se lo exijan congresistas y concejales del PSOE, tengan el suficiente pudor cívico, como para pedir disculpas ni al presidente Zapatero, ni a los opositores, ni a los vecinos, que, entre el asombro y la ironía, contemplan hasta qué pozo de ineptitud se han precipitado las gentes del PP y sus mandados.

El alcalde que exonera de toda responsabilidad a Rodríguez Marín, con quien comparte aficiones náuticas, no tiene empacho en señalar al funcionario Rafael Ramos, probable militante popular y ex militante socialista, según han informado al cronista antiguos compañeros del mismo, ya que en su condición de secretario del tribunal, tenía bajo su custodia los exámenes, y aceptó su involuntaria participación en este desaguisado. "O le han colado la respuesta o la ha hecho él mismo". Pero no obstante, las indagaciones oportunas que se están realizando o que se van a realizar, ratificarán o no las concluyentes palabras de Díaz Alperi. Lo que sucede es que aquí también están peleándose la alcaldía alicantina campistas y zaplanistas. Alguien que maneja la astucia con desparpajo, parece ocultarse a la sombra del vulnerario test. Alguien que trata de abatir al actual alcalde, de probada lealtad a Francisco Camps, para ofrecerle a Eduardo Zaplana y a su corte de peloteo, la titularidad del gobierno municipal. Ese alguien ha pretendido matar, con perdón del cronista y mala puntería del sibilino enmascarado, dos pájaros de un tiro. "Le doy a Zapatero un revés, y de paso dejo a este tipo tan pesado con el sillón, que no quiere soltarlo bajo ningún concepto, sumido en la vergüenza, la incertidumbre y el descrédito". La tesis de esta carambola política se sostiene en varias circunstancias. Y no es la menor de ellas, precisamente, el que el citado funcionario sea uno de los hombres de José Joaquín Ripoll, presidente de la Diputación de Alicante y nunca bien ponderado popular/zaplanista. Pero ni Zapatero de bombero podría apagar ya tanto fuego fatuo, ni tanto cargo y carga de chamusco.

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