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Análisis:
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Y los negros, también

Soledad Gallego-Díaz

El debate del nuevo Estatuto de Autonomía de Cataluña en la Comisión Constitucional del Congreso va a acarrear un desgaste brutal para los diputados del Partido Popular, que se van turnando, mañana y tarde, para defender, en contra de la opinión de todos los demás grupos, enmiendas de supresión de los nuevos contenidos y competencias. El pasado jueves fue el presidente del PP, Mariano Rajoy, quien soportó fundamentalmente el agobiante peso de esa soledad, pero ayer, viernes, la tarea empezó ya a corresponder a otros oradores de su grupo. Uno a uno, una y otra vez, los populares toman la palabra, para ser abrumadoramente rechazados por todos los otros oradores, sin excepción.

Es posible que queden por delante otras dos semanas de debates, con el mismo escenario, y será difícil que esa glacial sensación de aislamiento no termine dejando huella en todos ellos. Los parlamentarios del PP saben que, muy probablemente, necesiten de Convergència i Unió para volver un día al poder, pero al mismo tiempo siguen cavando en esa comisión, sin descanso y sin desmayo, la zanja que les separa de ellos.

Más información
Todos los grupos menos el PP aprueban un catálogo de nuevos derechos para Cataluña

En el otro lado, resulta casi palpable la dificultad de la posición de ERC. Incluso cuando defiende sus propias enmiendas al texto pactado por socialistas y CiU se percibe que habla de algo que considera suyo. Carod dijo el primer día que escuchando al PP casi le daban ganas de votar sí al nuevo Estatuto. En el caso de su correligionario Joan Ridao, casi da la impresión de que le hará daño físico votar en contra del texto final, si ésa es la decisión de su grupo. Tal es la demostración que está haciendo de conocer cada coma, cada matiz, cada grado y cada tono del texto estatutario que, quizás, tenga que rechazar completamente dentro de unos días.

Pase lo que pase finalmente, el debate que se está produciendo en la Comisión Constitucional tiene un considerable interés político (se habla nada menos que del funcionamiento y organización del Estado) y, en muchos casos, una importante altura técnica.

Claro que como ya ocurrió con otros destacados textos legislativos (incluida la Constitución de 1978), a veces se aprueban textos decididamente extraños que luego requieren una lectura "de corrección" en el Senado. Ayer, por ejemplo, se aprobaron dos textos desconcertantes. El punto 2 del artículo 15 dice: "Todas las personas tienen derecho a vivir con dignidad, seguridad y autonomía, libres de explotación, de malos tratos y de todo tipo de discriminación, y tienen derecho al libre desarrollo de su personalidad y capacidad personal". El punto 1 del artículo 19 dice: "Todas las mujeres tienen derecho al libre desarrollo de su personalidad y capacidad personal, y a vivir con dignidad, seguridad y autonomía, libres de explotación, malos tratos y todo tipo de discriminación".

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El hecho de que fuera Josep Piqué quien llamara la atención sobre esta turbadora repetición no debería ocultar a los demás grupos que, tal y como están redactados esos artículos, es como si la Constitución de Suráfrica enumerara en su primer artículo los derechos de las personas y en el segundo, añadiera: "Y los negros, también".

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