Cuando la Sorbona estornuda
La protesta estudiantil contra el plan de empleo del Gobierno se extiende ya a la mitad de las universidades de Francia
El rechazo a las reformas laborales impuestas por el Gobierno conservador de Dominique de Villepin está funcionando como un catalizador para la emergencia de un movimiento estudiantil, aún incipiente, pero que ayer ya se extendía a 40 de las 84 universidades de Francia, que empieza a adquirir la condición de revuelta en toda regla. En París, un centenar de estudiantes ocupó durante la noche del miércoles el anfiteatro de la vieja Universidad de La Sorbona. Unos 1.000 jóvenes consiguieron reagruparse bajo el Arco del Triunfo y cortaron el tráfico en la plaza de L'Étoile, en lo alto de la avenida de los Campos Elíseos.
El Parlamento ratificó ayer, gracias a la amplia mayoría de que dispone el Gobierno, una ley para la igualdad de oportunidades, que incluye el polémico contrato de primer trabajo (CPE, en sus siglas en francés) que permite al empresario despedir sin justificación durante los dos primeros años a los menores de 26 años.
"Fecha histórica", rezaba el título de un pequeño cartel escrito a mano y clavado al lado de la puerta principal de La Sorbona, en pleno barrio Latino, protegida por policías antidisturbios. La proclama tenía el aroma romántico de otros tiempos: "No esperamos nada de quienes masifican la tristeza en los paseos de las jornadas reivindicativas (...) no queremos implorar las migas del Estado (...) es la organización de la vida, que surge de nuestra cotidianidad como una inmensa farsa cruel, la de la administración del desastre (...) Es incoherente hablar del CPE sin poner en cuestión el marco en el que se inserta, el del asalariado. Nuestra huelga será la de una elaboración revolucionaria".
Según el sindicato Unión Nacional de Estudiantes de Francia (UNEF), la mitad de las universidades francesas se han unido al movimiento contra el CPE. En una decena de universidades las asambleas estudiantiles votaron directamente la paralización de las actividades docentes, mientras en otras se establecieron piquetes que impedían el acceso a los centros, lo que desencadenó algunos incidentes y enfrentamientos. En La Sorbona, quienes habían entrado en el anfiteatro seguían ayer encerrados. En Aix-en-Provence, Marsella, Lyón, Grenoble, Rennes, Toulouse y Le Mans, entre otros, la actividad docente fue sustituida por asambleas y reuniones. El Ministerio de Educación reducía ayer las protestas a 31 centros afectados de una manera u otra, de los que sólo 11 estarían en huelga.
El Gobierno, al que se acusa de haber sacado adelante la reforma laboral contra viento y marea, sin negociar con los sindicatos ni con la patronal y utilizando el recurso al decreto ley para pasar por la Asamblea Nacional sin prácticamente debatirlo, se mantenía inflexible. La ley aprobada ayer entrará en vigor el próximo abril y Villepin espera que le ayude a reducir el desempleo juvenil antes de las elecciones del año que viene. Desde la izquierda y los sindicatos, el CPE empieza a verse como un auténtico caballo de Troya que el Ejecutivo estaría introduciendo en el modelo laboral francés para introducir un sistema de precariedad de corte neoliberal.
En las filas gubernamentales, han empezado a surgir las primeras críticas hacia la actuación del primer ministro, cuya popularidad cae en picado desde hace ya dos meses. Un diputado próximo al ministro del Interior, Nicolas Sarkozy, Hervé de Charette, se desmarcó de la acción del Ejecutivo. "Si el Gobierno se obstina", dijo, "el CPE podría costarle la elección presidencial a la derecha".
En 1994, el entonces primer ministro conservador, Édouard Balladur, se vio obligado a renunciar al cargo ante la presión de las movilizaciones contra un contrato de trabajo que reducía el salario mínimo para los jóvenes.
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