El éxito castigado

Un espectador tardío confesó en alta voz su decepción ante Brokeback Mountain, y su acompañante le replicó que la había visto demasiado tarde. Hacía tiempo que, sin él saberlo, había perdido su inocencia respecto a la película y ya no fue a ver una historia nueva y sorprendente sino un fenómeno social, mediatizado por informaciones y polémicas. Si una película tiene mucho o demasiado éxito, surgen rápidamente detractores impulsivos que transforman su opinión personal en una causa santa.

Ahora se ha levantado cierto revanchismo contra la película del año a base de titulares como "la Academia castiga a Brokeback Mountain", tal como el año pasado se produjeron contra el merecido Oscar a Mar adentro. Las películas de éxito pierden pronto su pureza.

También a 'Volver' de Almodóvar puede afectarle el síndrome del éxito castigado

De ahí que para ver cine anónimo y olvidarse un tanto de la resaca de los Oscar, sea oportuno echar una ojeada a las peliculitas de tres minutos que han destacado en el macroconcurso de cortometrajes por Internet (www.notodofilmfest.com), donde se han presentado más de 900 piezas, casi todas con fresco sentido del humor. El jurado (Álex de la Iglesia, Chus Gutiérrez. Miguel Bardem, Nacho Vigalondo y Javier Fesser) ha decidido esta semana sus premios, ocasionando probablemente nuevas polémicas como cualquier jurado que se precie... incluida la Academia de Hollywood.

El ganador máximo ha sido H5N1, de Jaime Fernández Miranda, sobre la peste aviar, pero ha habido otros cortos que no desmerecen a su lado, como por ejemplo Esas pequeñas cosas, de José Javier Rodríguez, sobre la vida cotidiana de una pareja; Zapatos limpios, de Oriol Puig, divertimento sobre lo complicado que es hacer un corto; Poca personalidad, de Adrián Ramos, con una declaración de amor a dos voces; Resaca, de Vanessa Hernández, duro retrato familiar en sólo dos planos; Se alquila, sorprendente hazaña de un suicida, firmado por tres autores...

Entre tanto corto, a veces sólo con gracietas entre amiguetes o gamberradas locas, aparecen obritas de mayor consistencia, como las ya citadas, y no, sin embargo, las de algunos componentes del jurado, que también han filmado las suyas, resolviéndolas de un plumazo, como si les diera vergüenza exigirse algo más: pueden verse igualmente en la red. Cuestión de expectativas. ¿Cómo no se va a esperar más de Fesser o De la Iglesia que de cineastas desconocidos?

También a Volver de Almodóvar, que huele a éxito, y merecido, puede afectarle el síndrome del éxito castigado. Si usted piensa verla, hágalo antes de que le cuenten nada, niéguese especialmente a que le expliquen su "secreto", vaya al cine antes de que unos le digan que sí y otros lo contrario, porque si la película triunfa, comenzarán a lloverle palos.

Contra esto parece que no hay remedio.