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Columna
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La fórmula Clavero

Es difícil encontrar alguien que haya tenido el protagonismo que ha tenido Manuel Clavero en la definición de la estructura del Estado. Nadie como él estuvo tan presente en la fase preconstituyente, en el momento constituyente y en el de la inicial puesta en marcha del Estado de las Autonomías a partir de las posibilidades y límites contenidos en la Constitución.

Manuel Clavero fue ministro de Administraciones Públicas en el primer Gobierno presidido por Adolfo Suárez tras las elecciones del 15 de junio de 1977 y fue el inventor del sistema de las llamadas pre-autonomías, en el que se prefiguraba en cierta medida el carácter políticamente descentralizado del Estado que acabaría siendo constitucionalizado en 1978. El sistema fue incomprendido y duramente atacado y, sin embargo, escribí entonces y sigo pensando ahora que sin las pre-autonomías no se hubiera podido hacer la Constitución. Sin la garantía que las pre-autonomías representaban de que ningún territorio se iba a quedar al margen de la reestructuración territorial del Estado, hubiera sido imposible alcanzar un consenso en esta materia.

Manuel Clavero estuvo detrás de la incorporación del artículo 151 al texto constitucional, sin el cual no hubiera sido posible el referéndum del 28-F de 1980 y, como consecuencia del resultado del mismo, la interpretación de la Constitución no en clave nacionalista, sino en clave de estructura general del Estado, es decir, como un programa de territorialización íntegra del Estado en comunidades autónomas que tuvieran la misma naturaleza, la misma organización institucional, el mismo sistema competencial y la misma financiación.

Y la aportación de Clavero fue decisiva para abortar la maniobra urdida por Martín Villa y Alejandro Rojas Marcos para anular políticamente el resultado del referéndum del 28-F.

En todos los momentos decisivos de construcción de la estructura del Estado, en España y en Andalucía, estuvo presente Clavero y lo estuvo de manera determinante. Y con un coste personal enorme, porque tuvo que hacer lo que resulta más difícil de hacer en la vida en general y en la vida política en particular: convertirse en un disidente. Para enfrentarse con el adversario no hace falta tener mucho arrojo. Para hacerlo en el interior de tu propio partido en los momentos definitorios de una línea política, sí. Manuel Clavero lo hizo y, como he dicho, el coste personal fue enorme.

Como lleva muchos años fuera de la política activa, es posible que muchos andaluces, especialmente los que no eran adultos en el momento en que él tuvo el protagonismo al que acabo de referirme, no sean conscientes de la deuda que tienen contraída con Clavero. Pero la tienen, como la tenemos todos los andaluces y, diría más, todos los españoles, porque las consecuencias de los actos de Manuel Clavero primero como ministro y después como ex ministro se hicieron sentir también fuera de Andalucía.

Acaba de hacer una propuesta sobre la definición de Andalucía en el preámbulo del Estatuto, que es una forma de prestar un nuevo servicio a la autonomía andaluza. Creo que debería ser tomada muy en consideración por todos los grupos parlamentarios que están elaborando la proposición de ley de reforma del mismo. Tanto por venir de quien viene, como por el contenido de dicha propuesta. Hay algún punto en el que discrepo de ella, pero pienso que puede ser un buen punto de partida para que todos los grupos parlamentarios intenten ponerse de acuerdo y dejen resuelto un problema en el que no debería acabar habiendo ninguna discrepancia. Sería la mejor manera de rendir homenaje a quien se lo ha ganado con una conducta políticamente intachable durante mucho tiempo y en los momentos más decisivos de nuestro proceso de constitución como comunidad autónoma.

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