A vueltas con refranes y sacristanes
Un equipo iraní ultima un diccionario bilingüe basado en el de la Academia
"¿Cómo se dice sacristán en farsi?". Los ritos católicos, la danza española, la tauromaquia y los juegos de naipes traen de cabeza a un grupo de jóvenes iraníes. Son el equipo de traductores a los que Mahmud Alizadeh ha embarcado en el ambicioso proyecto con el que sueña desde que concluyó sus estudios en España, la traducción al farsi del diccionario de la Real Academia Española de la Lengua. Sin subvenciones y sin más ayuda que su amor por el idioma de Cervantes, Alizadeh ha financiado esta empresa que ahora entra en su fase final.
"Ya sólo nos faltan de traducir 14 o 15 páginas", proclama ufano, rodeado de hojas llenas de apuntes y comentarios. Cada palabra del diccionario es traducida y corroborada por dos autores distintos, que se ayudan de decenas de diccionarios técnicos y especializados para la correspondencia más precisa en farsi. Luego empezará la edición y revisión. "Lo más difícil son los dichos y refranes", asegura Alizadeh.
El proyecto, que por ahora ha costado 250.000 euros, no ha contado con ninguna subvención oficial
Para Mohsén, traductor, lo más complicado son los juegos de naipes, prohibidos en la República Islámica y para los que difícilmente encuentra equivalente en farsi. Omid señala los vocablos suramericanos, y Mehri, los términos científicos. Amir añade las voces relacionadas con la religión católica. En farsi no hay, por ejemplo, una palabra para sacristán, así que tras consultar a las iglesias armenia y ortodoxa locales han optado por dejar kishish (cura) y añadir una aclaración.
"Me planteé el proyecto en 1999 y escribí a la Academia", cuenta Alizadeh mientras muestra orgulloso la carta que le envió el fallecido académico Domingo Ynduráin. La misiva, debidamente enmarcada, "autoriza a Mahmud Alizadeh a utilizar el Diccionario de la Real Academia Española como punto de referencia en la elaboración de un diccionario bilingüe español-farsi y farsi-español". Ynduráin subrayaba no obstante la expresa prohibición de mencionar a la Academia sin someter antes la obra a su visto bueno.
"No hay ningún diccionario ni base de datos para traducir directamente entre los dos idiomas", explica Alizadeh. Los dos diccionarios de español-farsi-español existentes tienen un número de entradas muy limitado, coinciden dos estudiantes latinoamericanos de farsi. "Las grandes obras literarias españolas traducidas a nuestro idioma lo han sido a través del francés o del inglés, lo que necesariamente supone una gran pérdida", lamenta Alizadeh. Este periodista, que ejerció brevemente de profesor y que a sus 36 años se gana la vida como empresario, no se desanimó. Decidió invertir sus ganancias en su sueño, igual que otros las gastan en un deportivo. "Habría podido comprarme un apartamento en Madrid", admite sin arrepentimiento. Alizadeh estima en unos 250.000 euros lo gastado en su diguán taryomán (oficina de traductores) desde hace cuatro años. Sesenta y cinco licenciados en español han trabajado, una veintena de ellos a tiempo completo. Ahora cinco chicos y cinco chicas se afanan sobre las últimas páginas en dos habitaciones separadas. "Ellos mismos se han distribuido así", aclara el promotor que presume de participación igualitaria.
En total, más de 30.000 páginas, casi 17 por cada una de las 2.400 del diccionario español, que se condensarán en seis o siete volúmenes. "Tenemos que tallar la joya", describe Alizadeh, consciente de que conseguir la disposición y el compromiso de esos sabios requiere, más que dinero, un impulso oficial. "Nuestro trabajo puede contribuir al diálogo entre civilizaciones", sugiere dejando traslucir su faceta de negociante que sabe vender el producto.
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